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Tl
\ATA.DOSEGUNDO
15.
Bien sabe,
y
no
lo
puede olvidar, que somos tierra, pol–
vo, humo, sombra, nada,
y
que son como heno los días del hombre;
nace, sube, florece ,
y
en breve se marchita ,
ó
como la flor del
campo, que es nada
y
parece algo.
16.
Con un flaco soplo, con un sutil viento , que pase por él,
perece,
y
se acaba, sin dejar de sí rastro alguno.
17.
l\'las cuanto somos mas flacos
y
deleznables, tanto mas
firme
y
estable es la misericordia del Se1'ior, que dura para siem–
pre, en quien persevera en su amor
y
temor santo.
18. Su
justicia pasa de padres
á
hijos ,
y
nietos,
y
de ellos
por contínua,
y
perpétua sucesiou
á
sus descendientes, que guar–
dan su santa ley,
y
mandamientos.
'19.
Porqne tiene su trono
y
silla en el cielo,
y
su reino, ha
sido, es
y
será sobre to<los.
'
:20.
:Bendíganle, Seilor, los coros de los ángeles que asisten
siempre en tu presencia , que conocen tus perfecciones , que pue–
den,
y
quieren alabarte,
y
servirte.
'.'.H.
BenJígantc, Scfior, todos los ejércitos de los espíritus so–
hcranos, que en toJo hacen,
y
cumplen tu divina voluntad.
'.22.
Bendígantc, Sefior, todas las criaturas,
y
todas las obras
tuyas, que tienen ser en el ciclo, y en la tierra ,
y
en todo lugar
sujeto
:i
sn imprrio, sefiorío
y
majesta1l.
'.23. Y
al áhete tarnbien, Seiior,
y
hendígate mi alma para
siempre.
Gloria sea al Padre, gloria sea al Hijo, gloria sea al Espíritu
Santo, corno era en el principio,
y
es ahora,
y
será para siempre
por todos los siglos de los siglos. Amen.
CAPITOtO XXI.
ORACIOl'iES JACULATORIAS PAílA ANTES DE LA COiUUNION.
Dat.lme, Dios mio, lágrimas de com¡rnncion para ablandar la
dureza de
este mi cor:izo11 ,
y
par:i
confesar bien mis pecados,
y
al–
ca'nzar
de ellos pcnlou.