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que defendió la predestinacion;
y
aunque el
Papa San Pio V condenó 77 de sus proposicio–
nes, muchos de sus partidarios sostuvieron su
opinion. Continuaba esta disputa cuando Luis
Molina, jesuita español, se presentó enseñando
una nueva doctrina: segun ella Ja voluntad
humana, sin auxilio de la gracia, puede produ–
cir algunas obras buenas, rechazar las tentacio–
nes
y
hacer actos de contricion; entónces Dios
le concede la gracia por los méritos de ' Nuestro
Señor Jesucristo,
y
de ella procede la santifica–
cion, sin que por esto disminuya el libre albe–
drío; pues de él depende hacer eficaz la gracia
que Dios concede á todos en grado suficiente.
Así Molina al conceder mucho mérito al libre
albedrío lo disminuye á la gracia; por lo que su
teoría se consideró contraria á la de San Agus–
tin;
y
los Dominicos, opuestos siempre á los
jesuitas, se declararon sus adversarios. El Papa
Clemente VIII encomendó á una congregacion
el exámen de 13 nueva doctrina; pero murió an–
tes de que esta hubiera terminad<? sus trabajos.
Su sucesor Paulo V disolvió la congregacion y
prohibió que se discutiese sobre la materia.
Aunque los Molinistas no fueron cond enados se
tuvo su doctrina por peligrosa
y
aun se les acu–
só de observar una moral relajada.
Jansenistas
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Cornelio Jansencio, pro–
fesor de talento de la Universidad de Lov¡;\ina
y
posteriormente obispo de Ipres, escribi ó un
libro titulado
Agustinus i.
que se publicó des–
pues de su muerte, en el que con gran habilidad
se propuso exponer la verdadera doctrina de S.