DESPUF:S DE PENTECOSTES.
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dad sincera, una humildad universal, una devocion in–
génua , una mansedumbre sin ficcion , una austeridad sin
osteatacion ,
un
zelo que jamás ?ietde -de vista sus in–
tereses; de un zelo que nada tiene de excesivo , nada
de amargo, distinguen al verdadero pastor que debe–
mos seguir, del lobo que debemos huir. No os fieis de
un zelo que impone cargas insoportables , sin querer
él
ni
aun tocarlas con la punta del dedo: de una devocion
sin caridad , de una caridad en quien reyna la acepta–
cion de personas. Los cardos no pueden llevar higos , ni
las espinas uvas.
i
Pero que se hace con un árbol que
no lleva buen
fruto~
dice el Salvador : se corta ,
y
se
echa al fuego:
Excindetur
,
et in ;!fnem mittetur.
No
ha–
bla aquí el Salvador de un árbol esteril, habla de un
árbol que lleva frutos , pero malos. Terrible leccion para
aquellas personas que hacen muchas obras· buenas en la
apariencia ;
p~ro
que solo llevan frutos ásperos , de mal
gusto , dañados ,
y
gastados por la falta de pureza de
intencion ,
ó
por motivos deprabados :
Viri divitiarurn,.
gente rica al parecer ; pero que á la hora de la muer–
te se halla con las manos vacías. Almas zelosas , que
pueden decir:
Domine
,
Domine; nonne in nomine·tuo pro–
phetavimus: et in nomine tuo virtutes multa
fecimus~
Señor, Señor,
i
por ventura no profetizamos en tu nom–
bre~
i
no hicimos tambien en
tu
nombre muchos
mi–
lagros
~
Pero se les responderá :
Q,rtia numquam novi vos:
apartáos de
mí~
que
yo
nunca os, he conocido : vuestras
pretendidas buenas obras han sido frutos de un cora–
zon corrompido por vuestras pasiones
y
por vuestro amor
propio: un árbol malo lleva frutos; pero no es capaz
de llevarlos buenos:
Recedite
a
me
,
qui operamini
·
ini-·
quitatem.
Non omnis qui dicit mihi, Dómine ·' .Do1?1lne, intrahit
in
re~num
crelorum:
no todos los sue
ine
,dice'q , Señor,
Señor, entrarán en el i:eyno de los cielos ;
e~
dedr ,
que
por mas que se haga profesion
del
cristianismo,
y
se crea
en Jesucristo , no se entrará en el reyno de los cielos,
si no se junta
á
la
fe
la observancia de los mandamien–
tos. No basta creer el evangelio , es menester tambien
seguir sus máximas : hablar de Dios
C(l)n
·unci0n ,
habla.r–
á
Dios con
·i.confianza ,
y
·no
hacer
lo
que
manda\
es
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