![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0170.jpg)
,
160
MIERCOLES TERCERO
entonces proveer á la subsistencia de sus padres. Ninguna
cosa mas positiva, les decia el Salvador, ninguna mas
clara que el mandamiento de Dios, que os obliga in–
dispensablemente
á
asistir con vuestros bienes
á
vues–
tros padres pobres ; y sin embargo, vosotros no pensais
sino en hacer llenar el cepo de las limosnas, de que sa–
beis tan bien aprovecharos contra todas las leyes de la
justicia y de la caridad. Vosotros ponderais de tal suer–
te el mérito de lcls ofrendas que se ·echan en el cepo,
que el dia de hoy, si se os cree, es para un hijo, no solo
una excusa legítima , sino un acto de virtud el decir
á
su
padre
ó
á su madre: Todo lo que podeis esperar de mí
para vuestro alivio
y
subsistencia, está ya consagrado
á
Dios; es una cosa de que yo no puedo ya disponer, he
prometido ofrecerla al templo ,
y
seria un sacrilegio en
mí darlo á vosotros, y en vosotros el recibirlo. ·
Hipócritas, continuó el Salvador, iCÓmo teneis valor
para exagerar una falta, que cuando mas, solo se op·one
á civilidad y poHtica , cuando vosotros quebrantais uno
de los principales mandamientos de Dios? Vosotros sois
propiamente de quienes dixo lsaías con espíritu proféti–
co : E te pueblo me honra con los labios ; pero su cora–
zon está bien lejos de mí. Vosotros hablais contínuameo·
te de la ley con énfasis, y la violais contínuamente con
impiedad. So¡s exactos observadores, y aun escrupulosos,
de no sé qué costumbres, que nada quieren decir,
y
que
ha introducido la relaxacion; y mientras tanto violais sin
vergüenza las mas esenciales orP.eoanzas, y los manda-
1nientos de Dios, á los cuales substituis vuestras vanas tra–
diciones.
i
Pensais que Dios se muda,
ó
es capaz de
mu~
dar de
sentimientos~
Luego encarándose el Salvador con
el pueblo que le escuchaba, les dixo: No es lo que entra
en la boca lo que mancha al hombre, sino lo que sale
de un corazon corrompido: lo que mancha al hombre es
lo que se dice y lo que se desea, no lo que se come. Las
viandas no son malas sino en cuanto están prohibidas: son
indiferentes en sí mismas,
y
no manchan .al alma sino
por el mal uso que se
h~ce
de éllas. Entonces acercán–
dose sus discípulos, le dixeron:
i
Sabeis, Señor, que lo
que acabais de decir ha alterado furiosamente
á
los
fa–
r iseos,
y
ha sido para éllos un motivo de
escándalo~
To-