![Show Menu](styles/mobile-menu.png)
![Page Background](./../common/page-substrates/page0156.jpg)
LUNES TERCERO
no te ofende siete veces al dia, perddnale
tú
otras tanta.f;
pero la expresion
siete veces
no denota un número deter–
minado. San Pedro pregunta, si acaso un hombre á quien
se ha perdonado muchas veces, se hace indigno de que se
le perdone:
y
Jesucristo le responde:
No te digo que le
perdones hasta siete veces, sino hasta setenta veces siete.
Quiere decir: perdona tantas veces
y
por taat0 tiempo
como te ofendieron: aunque te ofendieren un millon de ve·
ces
y
aun mas, perdona siempre,
y
no dexes jamás de per·
donar. Bien se conoce que la caridad infinita de Dios pa–
r a con nosotros es la regla de la que debemos tener únos
con ótros. La caridad de Dios para con nosotrós es una
caridad sin límites,
y
tal debe ser la nuestra. Dios nos en·
seña con su exemplo á sufrir
á
nuestros hermanos
y
á
per·
donarles sin restriccion alguna.
i
Pero nos acordamos que
le pedimos todos los días que nos trate del mismo modo
que tratamos nosotros
á
nuestros hermanos, cuando le de–
cimos :
Perdónanos nuestras deudas
,
así como nosotros per–
donamos
á
nuestros
deudores~
(
Matth.
6.)
La oracion de la mira es la siguiente.
Exaudi nos, omnipótens et
mi–
sericors D eus: et continentite
salutaris propitius nobis dona
concede: Per Dominum nos–
trum Jesum Chri.rtum...
Üyenos, Dios omnipotente
y mi–
sericordioso, y concédenos por tu
bondad los dones de una continen ..
cia saludable: Por nuestro Señor
Jesucristo...-
·L a
eplstota es di/ caplt.
4
del libro
4.
de los Reyes-.
ln
diebus illis: Mulier 'quiedam
clamabat ad Eliseum prophetam,
dicens: Servus tuus , vir meus
mortuus est,- et tu nosti quia ser–
vus tuus fuit timens Dominum:
el
ecce creditor venit, ut tollat
duos filios meos ad serviendum
si~i.
Cui dixit Eliseus: Quid vi.r
ut faciam tibi? Die mihi, quid
habes in domo tua? At illa res–
pondit
:
N on habeo, ancilla tua,
quidquam in domo mea, nisi pa–
rum
oh i,
quo ungar. Cui ail: Va-
En aquellos dias:
U
na cierta
mu–
ger d aba voces al profeta Elíseo;
diciendo: Mi marido, tu siervo, ha
muerto,
y tú
sabes que tu siervo
fue temeroso de Dios;
y
he aquí
que un acreedor viene á quitarme
dos · hUos mios para que le sirvan
á
é l. A la cual dixo Eliseo:
i
Qué
quieres que yo te haga? dime, ¿qué
tienes en tu casa? Y élla
respon<l~ió:
No tengo
yo,
tu sierva, en mi ca–
sa cosa alguna, sino un poco de
aceyte para ungirme. Y él la di;-