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33º

SÁBADO CUARTO

prensible. ¿Pero es mal fácil de comprender el poco

amor, el poco reconocimiento que nosotros mostramos á

Dios? Dios dice que no se olvidará jamás de nosotros:

¿por ventura nosotros no nos olvidamos jamás de Dios?

¿

pensamos en Dios cuando formamos aquellos proyectos

de soberbia, aquellos designios de ambicien, aquellas ideas

de grandeza y de fortuna en que pasamos la mayor parte

de nuestra vida? ¿pensamos en Dios en esas concurrencias

mundanas, en que la religion tiene miedo de mostrar–

se

á

cara descubie.rta: donde la devocion es un nombre

desconocido,

ó

á.

lo menos desusado: de donde el espíritu

de Jesucristo está desterrado,

y

en donde las máximas del

evangelio están proscriptas? Este Dios, olvidado en el

mundo, ¿es siquiera mas honrado en el lugar santo por

aquellos que están en él con menos modestia, con menos

respeto, con menos decencia que estarian en los espectácu–

los profanos?

Non est qui recogitet carde.

i

El corazon tie.

ne mucha parte en esos actos exteriores de religion?

i

el

espíritu de esta religion, que es tan santo, reyna en to–

dos los estados, en todas las edades, en todas las condi–

ciones de la vida '? La fe se apaga por la corrupcion de las

costumbres;

y

cuando la corrupcion de las costumbres se

derrama como un torrente, cuando el contagio penetra casi

por todas partes, cuando el vicio rompe casi todos los di–

ques,

i

florece mucho la religion.

i

la fe no pierde nada de

su vigor? ¿su luz no queda obscurecida? Dios nos ama sin

otra razon, sin otro motivo qne su pura bondad. ¿Pero qué

razon, qué motivo tenemos nosotros para no amará

Dios~

Nosotros nos olvidamos de Dios;

i

pero podemos olvidar–

nos de los beneficios de que nos ha colmado en todos tiem–

pos?

i

podemos pasar sin su ayuda, sin su gracia, sin su

proteccion?

i

qué día ha habido, qué hora, qué momento

de vida en que no hayamos recibido algun beneficio de su

mano? Pero somos tan estúpidos, que ni aun nos digna–

mos pensar en ello: comprende, si acaso puedes, la ini–

quidad de esta monstruosa indiferencia.