VIERNES
CUARTO
habla, dice san Crisóstomo, no como quien le suplica,
sino dándole gracias, para mostrar que no es con o los
otros santos
y
profetas, que tienen necesidad de emplear
sus ruegos para obrar cosas prodigi as, sino que la ha–
ce por su propio poder. No lo
h'
ce así, añade el Santo,
sino
pa~a
que sepa el mundo que obra en el nombre
y
por la virtud de su Padre;
y
que por consiguiente es el
Mesías enviado de Dios. En esto prueba sn unidad de.'Vo–
luntad
y
de poder con Dios Padre;
y
si habla como hom–
bre
y
como inferior
á
su Padre en e ta calidad, mezcla
siempre algunos ra gos que manifiestan su igualdad.
D \cho esto , levantó Jesucristo la voz,
y
con grande
imperio, dixo:
Lázm·o, sal afuera.
A estas palabras resu·
cita el muerto, se levanta vivo
y
sano,
y
atado como es–
taba sale de su sepulcro; lo que no se pudo hacer, dice
san Crisóstomo, sin un nuevo milagro diferente del p ri–
mero. Tantas maravillas juntas causa ron una admiracion
general: Mandó Jesus que desataran al resucitado,
y
lo
dexasen ir. A estas señales no pudieron los judíos que se
hallaban presentes dexar de reconocer el poder del Se–
ñor. Vieron
á
Lázaro muerto, lo vieron enterrado de ,cua–
tro dias, y sus carnes ya hediondas y corrompidas. Ellos
mismos quitan la piedra que cerraba el sepulcro: ven que
al solo mandato de Je ucristo sale Lázaro del sepulcro,
envuelto todavía en sus mort_ajas,
y
estrechamente liga–
do
y
fajado como un niño en las mantillas. Lo de atan,
ve, habla, anda, come
y
vive muchos añ
despues de
su entierro
y
de sus primeros funerales.
i
Qué tiene que
oponer
á
todo esto la mas obstinada
incredulidad~
A la
verdad, este milagro convinió á muchos judío ; pero no
hubo entre los pontífices, los escribas
y
los fariseos, no
hubo úno que no se enfureciese mas contra el Salvador
de l mundo. Cuando el espíritu
y
el corazon e tán co–
rromp idos, cuando el error es volunta rio, lo milagros
dan gol pe,
y
tal vez llegan
á
convencer; pero no con–
vierten.
Si Láza ro muerto
y
enterrado es figura del pecador
muerto por el pecado, la re urreccion de Lázaro
y
u
salida del sepulcro son fi gura de la conversion que obra
la
gracia en el pecador. Un cristiano convertido
y
re u–
citado á la gracia, d be dar prnebas públicas de que lo