DE' QUARESMA.
2u _
que puede toda la sabiduría huma na contra la sabiduría
di·
y-ina
!
Se ve que la intencion de estos pérfidos era a rmar
un
lazo al
Salv~dor,
no dudando que en su respuesta tendrian
basta,nte materia para calumniarlo; pero los insenSélt©S las
habían con un hombre
Dios
,
que penetrando' el fondo de
los corazones, sabia muy bien cómo babia de confundir- ,
los. Jesus se baxó,
y
como quien no oía la acusacion , se
puso á escribir con el dedo en
1a
tier ra. San.AJrn!:>rosio pa...,
.rece cree que escribia alguna sentencia de la Escritura,
ca·
paz· de.cubrir <de ·confüsion·
á
.sus- acusadoresl. cSan. Geróni.J
mo ,
y
otros muchos intérpretes creen que lo que el
Sal–
vador escribia, hacia patentes
á
los delato11es · los pecados
de que eran culpables; pero en fin, oomo ellos pefsistiesen
en pedirle· respuesta , se levantó , se volviá, hácia ell-0s,
·y:
les tapó á todos la boca con estas palabras :
1
aquel ·de ,voso–
tros
que está .sin pecado, tírele el primero lA piedra.
No.
quiso decir Jesucristo que debe estar exento de .pecado el
que ha de castigar legítimamente el delito ageno: solo pre–
tende con esta respuesta reducir
á
los fariseos á ·la necesi–
clad ,
ó de décla:rarse inocentes,
y
fuera de toda reprehen–
s1on
contra.éltestimonio de su codicia,
ó
de usar con e ta
muger de la misma: clemencia, 'de que 'solicitaban hacer un
delito al ,Salvador. Quizá eran ellos reos del mismo delíto,
cuyo castigo
~olicitaban,
y
que el hijo de Dios,
á
quien era
patente el fondo de su conciencia , les echaba en cara táci–
tamente con lo que
esc~~bia
en la iierra.
En
efecto, se ba–
x.ó
otra vez el Señor para continuar en escribir lo que ba–
bia
c'omen~ado;
pero aquellos capciosos acusadores no pu–
diendo sufrir mas tiempo su presencia, se fuéron uno deS:–
pues de otro sin deéir palabra, empezando por los masan–
cianos, como que eran los mas culpables;,
y
en
u~
insta!J–
te desapareciéron todos, temiendo, sin duda,
q~e
Jespct1s–
tQ revelaria- sus torpezas,
y
les haria ver qu'e eran
~as
cul–
pables
ello~
quf!
l~
muger á
quien . ~cq~aban~
Levantándose
entónces el Salvador,
dixó
á'
la muger, con aquella manse–
dumbre que le era tan natural: idonde están los que te-acu–
saban
~
i
Ninguno te ha
condenado~ Ning~no,
Señor,
r~spondió ella. Ni
ir.
te
corid~naré,
replicó el Salvador:
v.et~y
no vuelv
. .~el
Salvador!
¡
Quan
1 •
~<i
.--lkho el Se-
ño~