210
TERCER SÁBADO
sia nos ha querido proponer en el culto que ha permiti–
do se la dé. Su fiesta es á veinte
y
seis de enero. En To–
losa la celebran ,con much.a devocion
y
solemnidad con
el-título de Santa Susana de Babilonia.
El evangelio de este día nos pone delante en la conver–
, sion de la muger adú ltera la infinita bo-ndad con que el
Salvador ha mirado siempre á los pecadores.
Habiendo ido el Salvador á Jerusalen, como unos
seis
meses ántes de su muerte , para hallarse
á
la fiesta de los
Tabernáculos, los milagros que obró, y las instrucciones
que daba, hiciéron gran ruido; con cuyo motivo se suscitó
entre los judíos una gran division tocante
á
su persona:
unos decian, que no solo era profeta , sino el
mismo
Cristo·
y
el Mesías prGmetido: otros, prevenidos po r los faris eos,
lo miraban como á un seductor ,
y
·aun quisiéron echarle la
mano. Nicodémus, que se hallaba presente á todo esto, des–
vió el golpe, y el Salvador, queriendo hacer cesar e,sta es–
pecie de motin popular, excitado con ocasion de su veni–
da, salió de Jerusalen, y se retiró, segun tenia de costum-·
bre, al monte Olivete, distante un quarto de legua de la
ciudad. La mañana siguiente al amanecer volvió al tem–
plo,
y
al punto concurrió á él todo el pueblo. Los escribas
y
fariseos, que no miraban sino cómo disminuir la venera–
cion en que el pueblo lo tenia, creyéron que no podia ha–
llar mejor ocasion para desacre.ditarlo, y hacerlo aborre–
cible al pueblo , que la que se presentaba.: le traxéron una
muger q'ue babia sido cogida en adulterio,
y
habiéndola
puesto ante él en medio d el congreso, dixéron estos hipó–
critas al Salvador: Maestro, esta muger ha sido cogida aho·
ra en adulterio : Moyses nos ·manda apedrear
á
todas las
mugeres convencidas de este delito: tú que todo lo sabes,
y
que ademas de esto corriges
y
explicas las leyes , dinos
por tu vida,.
i
qual es sobre esto tu parecer, y qué es lo
que debemos hacer
~
Ved aquí puntualmente una pintura
la mas propia de la hipocresía: gritar contra los desórde–
nes de los otros, clamar porque se castiguen, querer refor–
marlo todo , sin trabajar jamas en la reforma propia. Los
fariseos creyéron embarazaria al Señor con su prop1.,1esta;
porque si respondia que
1te
debia perdonar
á
est~
muger,
tenian derecho de imputarle que destruía la ley;
y
si la
condenaba , se
conciliada la
indignacion
ael pueblo.
¡
Pero
que