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TERCER
LUNE
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.los mas fervorosos, las exenciones, las predilecciones reeaen
de ordinario sobre los imperfoctos. ¡Cosa extraña! cada
uno se cree con derecho para exercitar la virtud de un f\om–
bre de bien: no hay uno, aun entrango el mas
vil - d~
esos
censores libertinos, que no se tome la libertad de hacer prue–
ba de su virtud.
Sé
pesan todas las palabras , se critican todas las
a~cio
nes , se interpretan las intenciones , se juzgan
has~~
los
pensamientos de los fervorosos, miéntras que
á
lo~
im–
perfectos todo se les pasa , todo se exéigera , nada se
Ir
per–
dona á una persona devota. Esta dureza no dexa de sen–
tirse; pero hazte
ca~o
que nada contribuye tanto
á
l~
per–
feccion de una alma piadosa, como los
~uidados
vivosqµ'e se
toman tantas gentes de no dexarla pasar nada. Se hace mal
en mirar esas persecuciones domésticas,
esas
contradiccio–
nes como obstáculos molestos que hacen mas malo el
quni–
no de la virtud. Son espinas, es verdad; pero espinas que;
sirven de cercas ., y que alejan todo lo que es contrariQ,
y
puede dañar
á
la devocion.
Nunca Josef hubiera llegado á ser la segunda pel!so–
na de Egipto, si sus propios hermanos no lo hubieran per–
seguido. Las virtudes brillantes
y
aplaudidas son de ordi–
nario muy superficiales y poco sólidas. Los climas donde
reyna una prima vera eterna, no son fecundos sino en flo–
res
y
en hojeis: los inviernos mas largos ·son por
lo
co–
mun seguidos de gran copia de frutos.
i
Querémos comprehender el valor
y
el mérito de es–
tas pequeñas cruces
~
No perdamos de vista nuestros mo–
delo~.
i
Que Santos ha habido sin
persecuciones~
i
Que al–
ma fervorosa que no haya visto trastornársela mil veces
sus
proyectos~
Aquellos héroes cristianos , de que el mun–
do no era digno, fuéron todos maltratados. Alegraos , di–
ce el Salvador, quando vuestra. suerte es semejante
á
la
'suya ; porque estas pruebas , estas cruces son prendas segu–
ras
de
una recompensa eterna.
'¡Que poco he compreheodido hasta ahora , Dios mio,
un misterio de tanto consuelo
!
¡ Quan dignos de lástima so–
- mos quando somos del gusto de los mundanos.' No, Señor,
ya no miraré estas contrariedades , estas pequeñas persecu–
. dones que me suc;eden como desgracias. Haced por vues–
tra gracia que yo haga un santo uso de ellas en adelante.
-
J~