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AÑO CHRISTIANO.
tisfaccion de que to
os
ellos no serán
cap~ces
de impedir
ni retardar la consecucion de las eternas prome as.
El evanf!elio es del cap.
s
de San Mateo,
y
el mism•
que el dia III. fol.
12.
MEDIT ACION
SOBRE EL
ESMERO CON
QUE DEBE
conservarse la fe.
·
PUNTO PRIMERO.
C
onsidera que la fe es don de Dios, y don tan sumamen–
te apreciable , que sin él de nada sirven codas las
demas gt:acias , aunque se
juntár~n
en una quantas reci–
biéron los Santos;
y
que por lo mismo merece de justi–
cia todas las atenciones de tu alma para que se conserve
en
ti con aquella integridad y pureza con que salió de
las
manos del Altísimo.
Este don divino
es
un hábito sobrenatural, una
gra–
da que Dios infunde en nuestras almas , con la qual
ilu–
mj.nael entendimiento
y
le fortalece en tanto grado, que
llega
el
creer sin duda, sin temor
y
sin rezelo las ver...
dades
y
misterios que le propone
la
Iglesia, no porrazo–
nes naturales, no porque la humana sabiduría preste fun–
damento'i para convencer la razon, sino únicamente por–
que es Dios quien lo dice,
y
Dios no puede engañarse
de ninguna manera. Esta fe es de una naturaleza
tan
subli–
me, que no hay modo
ni
artificio en todo lo criado con
que poder conseguirla. Es al mismo tiempo tan necesa–
ria
y
de unas conseqüencias tan útíles para la vida chris–
tiana .. que
sin
ella
en
vano se cumplirian todos los precep–
tos , porque jamas se podia conseguir agradar
a
Dios ,
y
en vano se podrían apetecer todos los demas dones del
Espíritu santo. lmagínate en
el
estado mas fdiz
y
dichoso
que tuviéron aquello , grandes hombres que excitáron las
admiraciones del mundo: persuádete por un momento
él
que residen en ti aquellas qualidades de valor, pericia
militar
V
fortuna que h1ciéron
a
Alexandro dueño del
mun–
do : aquella sagacidad é intrepidez que const i tuyéron
a
Julio Cé ·ar árbitro soberano del Asia
y
de la Europa,
y
lo que es mas ,
del
putblo romano. Finge en
ti
toda la
sa-