NOVIEMBRE. DIA XVII.
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sabiduría de Sócrates , de Platon , de Euclídes : toda la
eloqüencia de
~icerón
y
Demóstenes; no hay duda que
qualquiera de estas bellas qualidades te hará expectable
en el mundo : pero qué será de todo ello para propor–
cionarte una felicidad verdadera
?
Respóndate la suerte
de todos estos monumentos de la ambician del hombre:
los unos muertos de envidia
y
entre la desesperacion
d~
ver sus sabidurías sin premio: otros llorando la falta
de
tierras
y
de mundo que conquistar para saciar sus ideas
- ambiciosas;
y
otros, finalmente, apurando un vaso de
ve·neno
o
traspasado el corazon
de
un
cuchillo~
te ense–
ñarán que aun en este mundo fuéron infelices. Pero con
el don ·de la fe puedes elevar tus esperanzas
a
objetos mas
gloriosos
y
que harán cierta tu ventura. Por la fe entras
en
la congregacion de los Santos, te haces miembro de
la
Iglesia militante, participas de las gracias con que la en–
riqueció
.J
esu-Chr.isto , .
y
crias dentro de . tu pecho
ur.a
fundada seguridad de que llega'tás
a
gozar las eternas
fe–
licidades. Siendo esto así, quánto
no
deberá ser tu esmero
par<i conservar este depósito como le llama San
Pablo~
Quánto no es menester prostituir las
luce~
de la razon
para dar oídos
a
las novedades
y
bachillerías de los
fi–
lósofos, despojándose en un momento del don sobrena–
tural ,
de la
fe
y
d€ sus provechosas conseqüencias
~
•
PUNTO
SEGUNDO.'
C
onsidera que el mayor mal con que Dios puede casti–
garte, es el dexarte correr de tal manera tras de tus
depravados apetitos, que en pena
de
tus excesos llegues
a
perder el don divino de la fe.
.
' los pretendidos sabios del mundo refie:xfonan poco so–
bre la condl:lcta que ha observado Dios siempre en cas–
tigar
a
los _pueblos prevaricadores; pero lo cierto es,
que
la historia de las di vinas venganzas pudiera abrirles los
ójos'
y
hacerles conocer los terribles peligros
a
que
les
expone su sabjduría. Aquel pueblo amado
en
cuyo
ob–
seqmo trastornó tantas veees
el
curso regular de la natu–
raleza : aquella na
ion
elegida que mereció entre todas las
dei mundo llamarse na ion
o
pueblo
de Dios, porque
a
ella le confió sus misterios
y
las determinaciones de
su
alta
sabiduría,.experimentó, en. pena de sus excesos, cas-
ti-