AÑO CHRISTIANO.
estas agttcr.s del ria,
y
nos diste el vestido de inmortalidad
.'Y
de renovacion'
a
ti te bendecimos'
a
ti te alabamos, d
ti
damos gloria, que con el Padre
y
con el Espfrittt san–
to posees un mismo reyno de magestad, ahora
y
siempre
:y
por los siglos de los siglos, amen.
Finalizada esta ora–
cion , saliéron por sí mismos del rio
y
se tornáron
a
Ja
cárcel, en donde fuéron introducidos por los santos án–
geles que les acompañaban. Llegó
a
oidos del presidente
quanto hahia sucedido, y como los Santos de
su
propia
voluntad
se
habían vuelto al calabozo;
y
mandó inme–
diatamente
que
los traxesen delante de sí. Luego dió ór–
den
a
los verdugos que traxesen allí dos ruedas,
y
que
atando
a
los Santos en ellas., les pusiesen fuego debaxo.,
y
les echasen aceyte para que la llama fuese mayor,
y
los Santos
fues{n
mas prontamente consumidos. Hízose así,
y
dando vueltas
a
las ruedas iban despedazándose y que–
mándose poco
a
poco los cuerpos de los santos mArti–
res, quitnes mirando
al
cielo, dixéron:
Bendeclmoste Dios
11uestro, que estás en los cielos,
y a
ti señor Jesu-Chris–
to te damos gracias. No nos desampares en esta lucha,
.rino ántes bien alarga tu mano,
y
tocando este fuego que
11os quema, apágale para que el impío Dion no se
glorf~
con nuestra ruina.
Apénas los Santos habian dicho
e~to,
quando saltó el fuego de la hoguera con tal violencia,
que mató
r
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idólatras de los que estaban asistiendo al
suplicio ..
y
divirtiéndose con los tormentos que los San–
tos padecian. Al mismo tiempo estaban éstos tan descan–
sadamente sobre las ruedas, como
si
estuvieran sobre unos
lechos deliciosos , porque los santos ángeles no cesaban
de darles su asistencia. Tan grandes maravillas no pudié–
ron ménos
de
hacer alguna mella
en
el iníquo tirano.,
y
así mandó que los quitasen de las ruedas
y
los traxesen
a
su
presencia. Quando los tuvo delante ' ]os dixo así:
Básteos
ya,
ó infelices de porfia, pues
ya
habeis manifes–
tado bastante todas vuestras
artes
mágicas. Venid., pues,
aunque tarde ,
y
acercándoos
a
las aras , ofreced sacrificio
a
los dioses invictísimos que os sufren. Al oir esto
Acis–
clo ,
dixo:
Insensato
,y
sin entendimiento ni temor de Dios,
no
ves con esos tus ojos ciegos las grandezas de Dios
,
que
hizo el
Padre
celestial juntamente con su unigénito
y
co–
eterno hijo Jesu-Christo señor nuestro, el qual libra
a
to-
dos