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NOVIEMBRE.

DIA

XI.

este· farol. Per·o . si el maligno humo de un fuego enemigo:

si las pasiones alteran

La

serenidad, si aquella vista

pa–

dece alguna dolencia, luego se obscurece, y el alma se

siente como anegada en tinieblas. La turbacion

y

el

tu–

mul to de las pasiones hace que ·no se perciba la

voz

ni los

gritos de la conciencia. Ya es la voz del amor propio la

que grita: ya es el farol de las pasiones el que alumbra;

y

quando nos guia esta maligna luz,

en que

se vendrá

a:

parar~

.. Llórase alguna vez el infeliz

e

tado de un pe–

cador entregado

a

sus locas pasiones' hecho esclavo del

pecado por las·malas·costumbres que le tiranizan. Lamén–

tase su miseria: témese su salvacion; pero quánto mas de–

plorable es el estado de una alma engañada por el error!

Aquel peca.dar sabe lo ménos que va descaminado : cada

instante se le representa la viva imágen de su desór–

den; peca con mayor conocimiento,

y

por lo mismo

es

ménos incorregible. Por otra parte los disgustos que el vi–

cio trae consigo : la hermosura de la virtud , los remor–

dimientos de ·la conciencia, el temor de los juicios de

Díos, son otros tantos gritos que continuamente están lla–

mando

á

su d .....ber ; pero no es así del pecador que yerra

el camino

y

no le conoce. Tiene cerrados todos los re–

cursos. Como peca sin conocer el funesto estado en

que

¡e halla, peca sin escrúpulo

y

sin remordimiento. Aquel

gusano roedor que despedaza el corazon de un hombre

licencioso , parece que está profundamente dormido en

el

suyo ;

y

la misma conciencia , que es

tan saluda–

ble , quando interiormente nos está acriminando lo ma–

lo ,

ó

ya

porque está engañada ,

·o

ya

porque ella le

quiera · engañar , ·le dexa en una ·profunda calma , sin

que nada le altere ni perturbe. Qué esperanza , buen

Dios, ni de conversion, ni de arrepentimiento! Puede

imaginarse estado mas pernicioso ni mas funesto

~

De

aquí nace aquella desdichada seguridad en que se mue–

re

y

se perece.

PUNTO SEGUNDO.

C

onsidera -que entre todas las señales de reprobacion,

ninguna es mas cierta que la de la falsa conciencia,

pues desvia del camino del cielo, sin que se advierta que

L2

uno