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AÑO CHRISTIANO.
de
·lcis
dqóe~is· ,
usli'Pon de -sus bienes para rescatar sus
pe–
cad~
,- supiérct>n· burlar los lazos que el mundo los arma.–
bai, y l'cliesj>i:eciandó toda otra fortuna que la eterna, ar-–
regl~rfüi
sus costumbres por los
pri~cipios
de la fe, yacer–
táron
a
ser Santos donde tantos .otros se pierden. Adora–
mos·1en-
ñn
él ·
nuestrós mismos·
h€r~anos
, que dentro del
gremib -déade n0sotros, vivimos, siguiendo auestro mismo
instituto,
y
•observ~ádo
aquellas mismas reglas que noso–
tros tenemos, arribáron
a
una eminente santidad:
a
nues'troS
parientes, nuestros amigos
y a
nuestros paisanos, que con
las mismas pasiones, cea las mismas dificultades, con los
propios ·éstOl'bos ,,
y
coñ· iguales auxílios, sin otros algu–
nos
m~dios'
acertáron a 'salvarse
y
llegáron dichosamente
ar término de su carrera. Qué excusa podemos alegar pa–
ra no aumentar algun dia· el número de aquellas almas
felices ~
Y si nos condenamos, qué justa, pero qué cruel re–
copvencion no no harán por toda la eternidad aquellos
espíritus bienaven t:urados.
·No por cierto ; los Santos no llegáron
a
ser todo lo
que fuéron precisamente por haberse exercitado en obras·
ruidosas
y
si'ngulares. Sin ellas podian ser Santos,
y
tam–
bien podian no serlo con ellas. Quántos predestinados no
hiciéron en la tierra cosa particular que mereciese ad–
miracion? Y quántos réprobos hiciéron en el mundo ac–
ciones gloriosas que les mereciéron los aplausos de Jos
hombres al mismo tiempo que Dios los
condenaba ~
Los
Santos fuéron santos precisamente porque cumpliéron
con
las obligaciones de su estado: porque supiéron
c-0mponer los deberes de éste con los de
su
religion :
porque en todas materias prefiriéron su conciencia
a
los
intereses humanos, la ley de Dios
a
sus inclinaciones ,
y
las maxímas del evangelio
·a
las maxfmas del mundo.
San Luis, San Eduardo, Santa Isabel en el trono : San
Isidro labrador en el campo , San Horno bono en su
taller ,
y
Santa Blandina en su cocina : tantos San
os
como viviéron con ·no otros dent-ro de una mi ma co–
mun idad : tantos Santos de una misma fami lia son ar–
gumentos convincentes de que para ni nguno es imprac–
ticable la virtud,
y
que en ésta no hay cosa tan árdua
que no lleve consigo el medio
para
superada. Esto mi, mo-.
nos
demue~fra
·hoy palpablemente la Iglesia , poqiéndonos
ª .