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6

AÑO CHRISTIANO.

de

·lcis

dqóe~is· ,

usli'Pon de -sus bienes para rescatar sus

pe–

cad~

,- supiérct>n· burlar los lazos que el mundo los arma.–

bai, y l'cliesj>i:eciandó toda otra fortuna que la eterna, ar-–

regl~rfüi

sus costumbres por los

pri~cipios

de la fe, yacer–

táron

a

ser Santos donde tantos .otros se pierden. Adora–

mos·1en-

ñn

él ·

nuestrós mismos·

h€r~anos

, que dentro del

gremib -déade n0sotros, vivimos, siguiendo auestro mismo

instituto,

y

•observ~ádo

aquellas mismas reglas que noso–

tros tenemos, arribáron

a

una eminente santidad:

a

nues'troS

parientes, nuestros amigos

y a

nuestros paisanos, que con

las mismas pasiones, cea las mismas dificultades, con los

propios ·éstOl'bos ,,

y

coñ· iguales auxílios, sin otros algu–

nos

m~dios'

acertáron a 'salvarse

y

llegáron dichosamente

ar término de su carrera. Qué excusa podemos alegar pa–

ra no aumentar algun dia· el número de aquellas almas

felices ~

Y si nos condenamos, qué justa, pero qué cruel re–

copvencion no no harán por toda la eternidad aquellos

espíritus bienaven t:urados.

·No por cierto ; los Santos no llegáron

a

ser todo lo

que fuéron precisamente por haberse exercitado en obras·

ruidosas

y

si'ngulares. Sin ellas podian ser Santos,

y

tam–

bien podian no serlo con ellas. Quántos predestinados no

hiciéron en la tierra cosa particular que mereciese ad–

miracion? Y quántos réprobos hiciéron en el mundo ac–

ciones gloriosas que les mereciéron los aplausos de Jos

hombres al mismo tiempo que Dios los

condenaba ~

Los

Santos fuéron santos precisamente porque cumpliéron

con

las obligaciones de su estado: porque supiéron

c-0mponer los deberes de éste con los de

su

religion :

porque en todas materias prefiriéron su conciencia

a

los

intereses humanos, la ley de Dios

a

sus inclinaciones ,

y

las maxímas del evangelio

·a

las maxfmas del mundo.

San Luis, San Eduardo, Santa Isabel en el trono : San

Isidro labrador en el campo , San Horno bono en su

taller ,

y

Santa Blandina en su cocina : tantos San

os

como viviéron con ·no otros dent-ro de una mi ma co–

mun idad : tantos Santos de una misma fami lia son ar–

gumentos convincentes de que para ni nguno es imprac–

ticable la virtud,

y

que en ésta no hay cosa tan árdua

que no lleve consigo el medio

para

superada. Esto mi, mo-.

nos

demue~fra

·hoy palpablemente la Iglesia , poqiéndonos

ª .