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E
RCICIOS
iciemb_e.
al monte Soraéte
á
Siivestre, Sumo P ontífice de Jos
Christianos, quien le mostr a ría un baiío m-uch mas
saludable , con el qual sanaría al punto., no solo de
l a
lepra del cuerpo , sino tambien de la
del
alma.
H abiendo despertado Constantino , llama
á
sus
Ofi~
ciales,
y
les manda le traigan sin dilacion al Sobera–
no Pontífice de los ChristJ.anos, llamado
Silvestre~
el
que halláran en el monte SoraB:e. Al ver el Santo
P onrífice los Oficiales del Emperador con orden para
llevarle
·á
su presencia , no dudó sería para darle
la
corona del martirio ; pero
fue
recibido del Prín–
ei
p~
con.afabilidad
y
con honor; declaróle la
v ision~
y
el orden que habia -tenido
~
el
que creía venir del
Cielo,
qúien queria curarle de su lepra.
..San Silvestre gustosmnente sorprendido del buen
acogimiento del Emperador,
y
de lo que acababa
de oír, le dixo: No dudes, gran Príncipe, que la
vi–
sion que has tenido viene de Dios.
En
quanto
á
los
dos venerables Vie¡os que has visto ., conocerás, vien–
do
sus retratos, que son los dos grandes Apóstoles
de Jesu-Ohristo ., las dos principales .columnas de su
Ig
1
lesia ; habiendole mostrado las "imágenes -de San
P edro
y
San
Pablo ,
recon oció Constantino en ellas
á
los dos Viejos que babia v isto en suenos. E ste suce–
so obró una gran mudanza en el alma de este gran
Príncipe, el que quiso ser instruido
á
fondo en los
misterios .de nuestra Relig.ion ;
y
·obrarldo la gracia
en _su giran 'Co-razon, fue admitido .entre los Ca.tecú–
menos.
La
santa impaciencia·que ·mostró de ser Chris–
üano, obligá.á San Silvestre
.á
.abreviar el tiempo
de
las prmebas. Fue en fin bautirzadó por nuestro Santo;
y
apenas fue
.metid~
en
.las
.sagradas
·~_guas
del
Ba:i-
tis-