DEVOTOS~
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En esta última cena, fue donde Jesu_¡Christo qui-
Dia XXVII;
so dexar
á
todos ·los hombres , ·que habia ·venido
á
redimir con el precio de su sangre ' una P.renda de
su amor en la institucion de la adorable Eucaristía.
Aquí tambien le dió
á
San Juan una señal de su ter-
¡iura, y de un .cariño particular, haciendo que se pu-
<Siera en la mesa junto
á
sí,
y
permitiendole, por un
favor muy especial, que reclinára su cabeza sobre su
~ostado.
La disposicion de la mesa que estaba en se..
micfrculo,
y
la de los bancos, daba ocasional discí...
pulo privilegiado para recibir esta prerogativa, que
ciertamente no era sin misterio. Durante este repo-
so
misterioso sobre el pecho del Salvador, dice San
Agustín , que este discípulo amado bebió en el mis-
mo corazon del Salvador todos los secretos de la Re..
Iigion,
y
todos aquellos sublimes conocimientos, que
le han hecho llamar por excelencia
el
divino Teólo-
go ,
y
que le han hecho, asimismo, uno de los Profe..
tas mas ilustrados.
Habiendo dicho Jesu-Christo ·al fin de la cena,
que uno de sus discípulos le había de entregar; que–
daron todos tan atónitos con esta funesta prediccion,
que ocupados de pasmo, no pudieron hablar una pa–
labra. San Pedto mas·curioso , ó
á
lo menos mas osa–
do que los otros, hizo señas
á
San Juan para que
preguntáse
á
Jesus, quiep. era aquel de quien habla–
ba. El amado discípulo preguntó en voz baxa al Se–
ñor , quien era ;
J
esus le respondió en el mismo tono,
que ei traydor era aquel
á
quien daría un boca–
do de pan mojado
~n
el
caldo. En efeéto, tomó
lue~
go
el bocado, le mojó,
y
le dió
á
Jpdas Iscariotes,
que fue el desventurado
que le
entregó.
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