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DE·VOTOS.

5z.1

cer parte del caráéter de un Obispo,

y

por ·el cuida-

Dia XXVII..

do que debian tener de

los

pueblos , que

la

divina

providencia les-babia encomendado.

Los cuidados, el respeto

y

la

ternura con que mi–

r aba á la

Virgen

Santísima, de gui

n

el mismo Jesu–

Christo le había hecho hijo adoptivo, le obligaron

á

estar

á

su lado todo el tiempo que vivió en carne

mortal. Despues de su gloriosa Asuncion al Cielo,

San Juan no puso límites

á

su zelo ; llevó las luces

de la

fe

hasta las extremidades: del Oriente. (Los Ba–

sares pretenden haber recibido la fe de Jesu-Christo

por

su minis terio.) El Emperador Domiciano empezó

á

perseguirá los Christianos, como lo había hecho

Nerón. San Juan,

á

quien miraban todos como

á

uno

de los mayores Héroes del Christianísmo ,

y

como

al

alma

de este gran cuerpo, fue uno de los primeros

que prendí ron

y

enviaron

á

Roma. Hemos dado

el

día s is de Mayo la Historia de su maqirio delante

de la Puerta Latina. Al salir del aceyte hirviendo, en

que habia sido metido, fue desterrado por Domicia–

no

á

la Isla de Pátmos, una de las d

l

Archipiélago,

á

la parte del Asia ; allí fue condenado á las minas,

horroroso suplicio para un viejo de mas de

90

años;

\

pero

las

revelaciones particulares que tuvo, y-:. los fre ....

qüentes raptos, suavizaron mucho sus

p

nas. Aqui

fue donde por ord

n de

Jesu-Christo escribió el libro

del Apocalípsís; sto es, de las revela.ciones, donde

no hay palabra, dice San Gerónimo , que no sea

un

misterio. Pero esto es decir poco de

un

libro tan

apreciable, añade

el

Santo~

todo lo que se puede

d

cir de él , es menos de lo que merece; no ha

y

en

él

palabra

que no encierre mtlchos sentidos,

si so•

mos