EXERCICIOS
Diciembre.
hacer de entrambos dos generosos fieles! Por
lo
que
á
mí toca, yo he consentido en casarme con Euge–
nio, únicamente con la esperanza de ganarle para
Jesu-Christo; propónte tú el mismo motivo,
casan~
dote con Aurelio ; y aprovechémonos de la pasion
que uno
y
otro nos tienen , para robarles al paga–
nísmo y al infierno dos tan ilustres despojos.
Anatólia oyó tranquílamente
á
su amiga , sin
in–
terrumpirla; pero lo mismo fue acabar de hablar, que
tomar ella la palabra,
y
decirla: Creeme, mi queri–
da Viétoria, tú y yo tenemos un partido mucho mas
ventajoso que
el
de estos dos senores Romanos. Con–
vengo contigo en que
el
estado del matrimonio es
bueno;
y
de ningun modo condeno
á
los que sien.
do llama os
á
él, le abrazan ; pero tú convendrás
conmigo en que hay un estado mucho mas perfecto,
y
que este es el de las Vírgenes. Estas son las que
hacen la corte al Cordero sin mancha,
y
le acompa
4
ñan
á
todas partes n calidad de esposas ;
Dios
no
condena
el
matrimonio; ¡pero quánto mas alaba
el
celibato! El Caballero Eugenio se quiere casar con–
tigo; pero Jesu-Christo desea ardientemente ,
que
tú
seas su esposa; mira
tú
ahora
á
qual de los
dos
quieres dar
la
preferencia; por lo que
á
mí toca , mi
partido está tomado ; yo nunca tendré otro esposo
que
á
Jesu-Christo; pero ya que me es preciso descu•
brirte
mi
corazon, el que nada tiene oculto para
tí,
voy
á
hacerte una confianza. Luego que supe las di–
ligencias que el Caballero Tito Aurelio hacía con mis
padres para casarse conmigo, me retiré
á
mi orato–
rio ,
y
alli , puesta
á
los pies de un Crucifixo , hice
voto
á
Dios de mi virginidad por todo el tiempo
d~
m1