RXERCICIOS
Diciembre.
Viétoria escuchaba todo esto con una atencion
y
de un modo que la hacía esperarlo todo
á
Anató–
lia.
Movida de un discurso pronunciado con ener–
gía ,
y
que salia de un corazon abras,ado en el fuego
ael amor divino , se tiró al cuello de su querida
ami–
ga;
y
todavía mas movida de la gracia, que de lo
que acababa de oir,
la
dice , bañados los ojos
ert'
lágrimas: Querida mia, no se dirá que sola tú has
escogido el buen partido; Jesus mi Salvador quiere
~er
mi esposo, y yo no quiero tener otro; ninguna
cosa será jamás capáz de hacerme perder el precioso
'tesoro de mi virginidad. Ahora veo que
la
esperan–
za
de
la conversion de un espose pagano, era un ce..,
ho,
ó
por mejor decir, un lazo que el demonio me
arn:iaba. Querida Anatólia,
tú
has sido
mi
amiga;
yo
seré de hoy en mas tu compañera ; y aunque
hu–
biese
de costarnos la vida,
i
podríamos hallar cosa
mas dulce y de mayor satisfaccion, que el martirio
junto con
_la
virginidad~
Apenas hubo acabado de hablar Viaoria, quan–
do despidiendose de Anatólia , se va
á
su casa ,
y
~abiendo
vendido el mismo dia sus anillos , sus co–
llares de perlas ,
sus
ricos pendientes de oro ,
y
to–
~os
los demás vanos adornos , distribuyó el dinero
·entre los pobres.
' La conduB:a
de
estas '·dos Virgeues christianas
manife$tÓ bien pronto
su
generosa resolucion. lnfor...
ruados tos dos Caballeros Eugenio
y
Aurelio de su
determin:acion, hicieron las mayores diligencias
para
·obligarlas
á
asentir
á
su casamiento. Pero viendo
que
estaban inflexibles, recurrieron al Emperador ,
y
no
j?udiendo
resolverse
á
perderlas ,
se contentaron con
1
pe-
~
,
'