DEVOTOS:
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sus tiros se asestaban contra
él,
se despidió de todos
con humildad, se salió de
la
Rioja,
Y·
se fue
á
Bur–
gos , Corte entonces del Rey Don Fernando , prime–
ro de este nombre. Fue recibido del Rey, de la Gran·
deza
y
del pueblo con suma veneraciori ,
y
la
fama
de su santidad , de su prudencia
y
de su gobierno
se
empezó
á
extender mas por toda España.
Con motivo de este destierro vino
á
ser
Abad
0
del Monasterio de Silos, fundado por el Rey Reca–
redo, baxo la advocacion de María Sant-ísima,
y
de
San Sebastian,
el
año
593;
el
qual habiendo sido
uno de los
mayores
y
mas nobles Santuarios
de Es–
paña, estaba
ya
tan por el suelo en lo esp1ritual
y
temporal, que obligó al Rey Don Fernando ,
y
á
D on Ximeno
Obis.pode Burgos,
á
buscar remedio,
y
no hallaron otro mejor que encomendarle
á
San–
to Domingo, disponiendo primero que renunciáse la
Abadía Don
N
ufío. Entró
el
Santo en el Monasterio
de Silos , acompañado de muchos personages de la
Corte,
á
tiempo que un santo Monge , llamado
Li–
ciniano, hombre de gr:an virtud , -pero muy afligi–
do por
la
decadencia del Monasterio, decía la
Mi–
sa
Cónventual, el que en lugar de cantar el
Dórni-_
nus ·vobíscum,
que precede al Ofertorio, dixo can–
t ando:
Ecce reparator venit:
el R estaurador viene;
y
el
Coro respondi6,
&
Dóminus rnisit eum
,
y
el
Seiior nos le envia;
y
para que no se .dudáse que Dios
habia movido la lengua del Celebrante
y
del Coro,
acabada la Misa baxaron
á
la
Iglesi~
los Monges,
y
vieron
á
Santo Domingo rod ...ado de luces celestia–
les. Este suceso
les
confirmó
á
todos en ' la opinion
.<J,Ue
ya
tenían de su santidad ,
y
los hizo concebir
Cc3
las
D.iaXX.
,