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DEVOTOS.

379

REFLEXIONES.

N

O

me averguenzo del Evangelio.

~Comprehen

..

derémos nosotros mejor que Dios, lo que de–

be ser verdaderamente

p~ra

nosotros motivo de glo–

ria

ú

de

ignominia~

Quando las humillaciones del

Salvador no hicieran otra cosa que testificarnos su

amor, seriamos unos ingratos, ipjustos,

y

aún insen–

satos en avergonzarnos de ellas. Pero pnes Dios ja–

más ha obrado cosa mas grande, que quando las ha

tomado por instrumento ; pero pues se llaman por

excelencia su virtud

y

su fuerza;

~dónde

estará la ver..

<ladera gloria ,

y

en qué la harémos nosotros consis–

tir , sino en revestirnos de estas mismas armas gue

han vencido al demonio, triunfado

del

pecado, ad–

quirido las gracias de

la

salvacion, abierto el Cielo

á

todas las naciones ,

y

merecido una gloria inmortal

á

tantas almas humildes

y

mortificadas~

Estas verdades

han poblado los claustros

y

los desiertos , han hecho

descender del trono mas elevado,

y

despojarse de

las

mas brillantes Coronas

á

tantos

~ríncipes

y

Prince–

sas , para abrazar las humillaciones de

la

cruz

y

las austeridades del Evangelio. Los Fernandos, los

Luises, los Enriques , las Isabeles , las Clotildes , no

se avergonzaron

del

Evangelio de Jesu-Christo; an–

tes bien pusieron su gloria en seguir escrupulosamen–

te todas sus máximas. Se puede decir , que ninguna

cosa desacredita mas

á

los Christianos, que el aver–

gonzarse de lo que hace todo su mérito

y

toda

su

felicidad. Porque hablando de buena fe , avergon–

zarse del Evangelio,

~s

avergonzarse de ser casto,

justo

,

virtuoso; es avergonzarse de tener

ingenui-

dad,

Día XIX.