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DEVOTOS.

midad del dormitorio, destinada para guardar las es–

cobas; en la que se v ió precisado

á

hacer un peque–

ño agugero, para darla luz

y

poder leer. Un made–

ro escavado en forma de sepulcro, le servía de ca–

ma; se hizo un cilicio de juncos marinos, cuyas agu–

das puntas le sacaban sangre al menor mbvimiento

que hacía su cuerpo ; juntaba

á

todo esto disciplinas

muy freqüentes de sangre ;

y

como por otra parte

eran muy repetidos sus ayunos y muy corto su ·sue–

ño, quitaba

á

su cuerpo los medios de reparar las

fuerzas que sus maceraciones le hacian perder.

Su piedad correspondia

á

sus penitencias·; la pa–

sion que tenia al retíro y al silencio, le hacía cerce–

nar de la sociedad y conversacion de los hombres

todo lo que podía quitarles, para darle al comercio

interior

y

apacible que mantenía con Dios ea el exer..

cicio de la oracion, la que desde los primeros a:fíos

de Religion no era otra cosa que una muy sublíme

contemplacion. Jamás tuvo los defeétos inocentes de

aquellos místicos y contemplativos, que hacen con–

sistir la contiemplacion en mostrarse adustos y extra–

ños con todos. Su devocion nunca fue austéra sino

consigo mismo. Era afable

y

cortés en su trato

y

co–

mun icacion. Jamás se le vió abstrahido, taciturno ni

agreste con sus hermanos. La humildad parecía natu–

ral

en

~l,

solo

apreciaba

las virtudes que admiraba

en los otros, y

aunque

las poseía en un grado heróy–

co, creía sincéramente, que no era hombre de virtud;

se le veía siempre el primero en todos los exer–

cicios de la"Comunidad. El don de contemplacion

de que se hallaba dotado , no le hizo, jamás ocio–

so.

Hubi~ra.

querido hacer él solo todos los ofi-

S

3

ClOS

Dia

xrv.

1