:nE VOTO S.
ro, un aprecio demasiado bueno de sí mismos, que Dia XIV.
los envanece ; el segundo , la facilidad de dispen-
sarse de las obligaciones comunes; y el tercero, una
disipacion ácia fuera, que apaga el espíritu con la
multiplicidad de las ocupaciones exteriores. Rabia
evitado el primero de estos lazos -con una sincéra
y
profunda humildad de corazon, que le hacía amar
el
menosprecio y la confusion, y le obligaba
-á
tenerse
por el último de sus hermanos. Había vencido el" se-
gundo, asistiendo el primero á todos los exercicios de
laReligion ,encargaadose siempre de los empléos mas
laboriosos y mas baxos ,
y
no sirvieodose de su de-
recho de Superior, s.ino para no poner límites
á
sus
austeridades y penitencias; las que eran tan grand'es,
que llevaba sobre su carne una cadena de hierro que
le babia hechq grandes llagas, las que un horroroso
cilicio exasperaba todos los días ; su abstinencia
y
sus contínuos ayunos hacían decir que no podía vi-
vir sino por milagro; no dormia mas que dos ho-
ras por la noche, pasando lo restante del tiempo d'e
rodillas delante del Santísimo Sacramento en una ora-
cion muyfervorosa.Jamás pudo-hombre decir con mas
razon que él: estoy clavado en la Cruz de Jesu-Chris-
to. Se asegura , qtTe orando un dia ante un Crucifixo,
oyó una voz
qu~
1 dixo distintamente: Juan,
t
qué
quieres te dé por todos tus
trabajos~
Señor, res-
pondió, no otra cosa durante esta vida, sino que sea
despreciado, y padezca siempre mas por
tu
amor.
La sola palabra de Jesu-Christo crucificado, la sola
vista de una Cruz le arrobaba y hacía extát-ico. No
babia que temer cayese en el lazo de la disipacion, -
huy
ndo coino
huía
del comercio
y'
trato con los
se-