Di
272
EXERCICIOS
icmbre. na de Dios;
~por
qué, pues, no me ocuparé yo tam–
bi nen lo
mismo~
Todos los días se me ofre en
mil
ocasiones de impedir el que se peque ·
~y
por qué no
lo
hago~
¡Pero hay! mientras que Dios se o upa en
destruir el pecado , me ocupo yo n obrarle y en
establecerle. Per nada es mas
á
propósito para ha...
cernos conocer el ódio que tiene Dios al pecado,
qu la severidad con que le castiga. Dios castiga el
pecado en qualquiera persona que le vea.
~Con
qué
rigor le castigó en los Angeles, que eran las mas ex–
celentes de sus criaturas, sin respetar,
ni
á
su
excelen ...
cia, ni
á
sus prerogativas, ni
á
sus brillantes
prendas~
Un solo pecado de soberbia borra y aniquíla todas
estas excelencias. ¡Con qué severidad le castigó en
el hombre,
á
quien ama tan tiernamente,
y
á
quien
habia criado
á
su imagen y semejanza! Un solo
pe–
cado de desobediencia le arroja de aquel Paraíso de
delicias, en que habia sido colocado,
y
le sujeta
á
este espantoso cúmulo de desdichas y miserias que
inundan la tierra.
Le
castigó, en fin, en su propio Hijo,
digno objeto de sus mas dulces complacencias, aun–
que no tuviese sino la apariencia del
p
cado. Ponga–
mos los ojos en Jesu-Christo clavado en
la
Cruz; es-.
te
retablo de dolores
e~
un efeéto del ódio que tiene
Dios al.pecado. Si
así
trata Dios
á
su propio Hijo,
por solo haberle encontrado cargado de pecadosage ..
nos;
t,cóm
tratará
á
un
esclavo cargado de los suyos
propios~
Basta que
Jesu~ Christo,
la inocencia mis–
ma , quiera pagar por los pecadores , para que
Dios
n s.e
detenga,
ni
en la santidad,
ni en
la
magestad,
ni en el mérit infinito de este amado Hijo ; le ve
baxo la apariencia de pecador; no es menester mas
pa ....