DEVOTOS.
271
terrible
al
pecador, no espanta
á
este hombre, ni me–
nos da fin
á
su mérito. El estado de gracia nos hace
agradables
á
los ojos de Dios,
y
por él gozamos de los
derechos que constituyen el honor
y
la gloria de hijos
suyos.
El pecado, por el contrario, obra la suma des–
dicha del hombre.
t
Qué estado mas triste, mas hor–
roroso
y
mas digno de lástima que el de un hombre
que ha caído de la gracia de su
Soberano~
Quando
una persona ha incurrido en la indignacion del
Réy,
se tiene por muy desgraciada.
t
Qué estado , pues,
mas miserable , que el de un hombre
á
quien Dios
mira corno
á
su enemigo ; de un hombre
á
quien
Dios mira con horror ,
y
que es triste objeto de su
furor
y
de su
enojo~
He aquí lo que produce un solo
pecado
mortal~
arma todas las criaturas contra el pe–
cador. Posea este todas las mas bellas calidades, ten–
ga un espíritu excelente, un natural felíz, sea de un
nacimiento distinguido , posea todos los
tesoros
del
Universo ; si Dios le aborrece, es sumamente infelíz;
he aqui qual es el fruto de una falta grave.
P U N T O S E G UN D O.
C
onsidera, corno Dios no está ocupado, por de–
cirlo así , en el mundo , sino en destruir el pe–
cado ; todo lo que hace fuera de
í ,
no se encami–
na sino
á
esto. Si envía á su
Hijo
á
Ja tierra , es para
desterrar de ella el pecado ; si forma la Iglesia , es
para exterminar el pecado; si nos da sus gracias, es
para armarnos contra el pecado ; si nos premia , es
por haber vencido al pecado ; si nos
c~stiga
,-es por
haber amado al pecado. ¡Ah! esta ocupaciones dig-
na,