S
EñOR NUESTRO.
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mismo dia en el Cielo , en donde Jesu-Christo en
quanto Dios no dexaba jamás de estár.
~e
dichoso
predestinado , cuya memoria celebra
la
Iglesia , fue
.bautizado en su propria sangre,
e
inmediatamente des–
pues de su muerte entró en poses ion de la eterna bien–
aventuranza.¡ Que suertes tan diversas las de estos dos
pecadores , que mueren al lado de Jesu-Chris to en el
gran día de sus misericodias
!
S lo uno se convierte,
el otro muere en su impeni tencia. · ¡Oh ,
y
como este
exemplo prueba visiblemente, que son raras las con–
versiones
a
la hora de la mqerte
!
De dos pecadores
que mueren
a
los ojos de J esu-Christo , a su lad
,
y
rociados de aquella preciosa sangre, que se derramaba
por todos los hombres en remision de sus pecados,
so–
lo
uno se convierte,
y
el otro muere en la impeniten–
cia final. A vfata de esto , contad sobre las cónversio–
nes diferidas para la hora de la muerte.
La SaHtisima Virgen ten ia demasi ada parte en el
Sacrificio de su querido Hijo, para no hallarse pre–
sente
a
él: no se había movido en toda la Pasion de su
H ijo a solicitar de los Jueces, que lo pusieran en li–
bertad' ni
a
defender su inocencia : instruida perfec–
tamente de todo el misterio de nuestra redencion , no
dió un paso para impedir un Sacrifi cio en que ella mi -
ma babia consentído,
y
cuya
viétima había ofrecido
ella misma; pero quiso hallarse en el Calvari
y
al pie
de la Cruz, para consumar con él el cruento Sacrificio.
Imaginate qual sería su dolor ,
y
que cuchillo traspa–
saría su alma. Juan , aquel D iscí pulo tan amado
y
tan favorecido, amaba con demasiado ardor
a
su Di–
vino Maes tro , para abandonarlo en su muerte. En–
contróse igualmente al pie de la Cruz , junto
a
la
San..