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VIDA Dn CiiRISTd.
ce San Pablo: pero se debe advertir que
h~bla
gran
diferenci
1
r.e ntre la ignorancia de los soldados
y
de
la
· plebe , y la de los Sacerdotes
y
Doétores de la Ley:
la escusa de ignorancia podía quizá poner
a
cubierto
a
una parte del Pueblo ; pero los Doétores
y
los Sa–
cerdotes sabian quando menos que Jesus estaba _ino–
cente de los delitos que le imputaban , que era justo,
y
que sus milagros eran una prueba sin réplica de su
~antidad.
Pero
el
Salvador no mira aquí la accion de
los
J
ndios , sino por la cara que les era favorable;
echa a un lado todo lo que ha.y en ella de odioso , co–
rno se ·acostumbra hacer quando se implora la
clemen~
cia de un Juez en favor de un reo. En esta oracion
manifiesta el Salvador claramente , que dá su sangre
y
que muere por la salvacion de todos , pues no
e~·
cluyede ella ni aun
a
los que le quitan la vida.
Había mandado Pilatos que se pusiera en lo alto
de
la
Cruz de Jesus un rótulo, en que se leían estas
palabras en Hebr /o, en Griego
y
en Latín:
J-esus Na–
-z.areno, Rey de los J-udíos.
Quiso que estas palabras
fuesen escritas en dichas tres lenguas , para que todos
ios estrangeros que habían concurrido
a
la Fiesta pu–
diesen leerlas. Los Pontífices de los Judíos represen–
taron
a
Pilatos , que no convenía poner en el rótulo
Rey de los
1
ud1'os, sino :
Que dixo ser Rey de los
Ju–
díos
:
pero Pilatos no quiso que se mudára nada;
y
asi
ies respondió:
Quod scripsi
,
scripsi
;
lo que escribí,
escribí. Quiso Dios que el Gobernador pagano, que
babía reconocido
y
atendido jurídicamente la inocen–
cia de Jesu-Christo , publicase en esto su verdade–
ra qualidad de
Rey
de los
J
udios;
y
que supiesen to–
das las Naciones que los
J
udios por el mas enorme de
(a)
1,
Cor.
2.
to--