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SEñOR
NUESTRO.
I
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menos incrédulm·,
y
su ódio contra Jesu-Christo crecía
juntamente con su indocilidad: hubieran qu.-ido pren–
derle; pero temían algun tumulto popular:
y
Jesus que
no queria anticipar su hora, se retiró ,
y
los dexó. Sin
embargo, la malicia de los Fariséos
~o
pudo estorbar
el que muchos de los que lo habían oído creyesen en él,
y
lo viniesen a.buscar al otro lado del Jordan '
a
donde
se
había retirado, y se declarasen por sus discípulos.
Juan, decían estos , no hizo milagros , y J esus hace
mu~
chos; por otra parte, todo quanto Juan dixo de este
hombre ha sido verdad:
y
así nosotros debemos creer
sobre su palabra gue es el Mesías,
y
unirnos
a
él. Los
milagros de J esu-Christo
y
el testimonio de J esu-Chris–
ta , eran dos pruebas simples, pero convincentes; era
preciso que la pasion les hubiera cegado tanto como
a
los
Escrib.asy
Fariséos, para que no se rindieran
a
un
os testimonios tan claros
y
tan seguros.
§.
XXXI X. ·
J
E
S U-C H R I S T
O
S E H
O
S P E D A
en la casa de Marta
.,
y
manifiesta
ta
hipocresía
de los Fariséos.
P
Asando el Hijo de Dios con sus Discípulos por Be–
tania : se hospedó en casa de Marta, hermana de
Maria
y
de Lazara , a quienes profesaba una particu–
l ar estimacion
y
amistad : fue recibido de ellos con el
mayor gozo;
y
mientras que Marta andaba muy solí–
c ita en disponer lo que era menester para tratar como
~ra
razon
a
su divino huesped' su hermana se estaba
sen-