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.

SEñOR

NUESTRO.

I

59

menos incrédulm·,

y

su ódio contra Jesu-Christo crecía

juntamente con su indocilidad: hubieran qu.-ido pren–

derle; pero temían algun tumulto popular:

y

Jesus que

no queria anticipar su hora, se retiró ,

y

los dexó. Sin

embargo, la malicia de los Fariséos

~o

pudo estorbar

el que muchos de los que lo habían oído creyesen en él,

y

lo viniesen a.buscar al otro lado del Jordan '

a

donde

se

había retirado, y se declarasen por sus discípulos.

Juan, decían estos , no hizo milagros , y J esus hace

mu~

chos; por otra parte, todo quanto Juan dixo de este

hombre ha sido verdad:

y

así nosotros debemos creer

sobre su palabra gue es el Mesías,

y

unirnos

a

él. Los

milagros de J esu-Christo

y

el testimonio de J esu-Chris–

ta , eran dos pruebas simples, pero convincentes; era

preciso que la pasion les hubiera cegado tanto como

a

los

Escrib.as

y

Fariséos, para que no se rindieran

a

un

os testimo

nios tan claros

y

tan seguros.

§.

XXXI X. ·

J

E

S U-C H R I S T

O

S E H

O

S P E D A

en la casa de Marta

.,

y

manifiesta

ta

hipocresía

de los Fariséos.

P

Asando el Hijo de Dios con sus Discípulos por Be–

tania : se hospedó en casa de Marta, hermana de

Maria

y

de Lazara , a quienes profesaba una particu–

l ar estimacion

y

amistad : fue recibido de ellos con el

mayor gozo;

y

mientras que Marta andaba muy solí–

c ita en disponer lo que era menester para tratar como

~ra

razon

a

su divino huesped' su hermana se estaba

sen-