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va
TO
s.
feéb1s ! Hagamos juicio de ellas por los _efeS:os ," que
DE
P
ASQti"A .
son
la
mejor
y
aún la única prueba de si son
0
n<>
verdaderas.
PUNTO SEGUNDO.
C
onsidera
que
no basta haber resucitado verda–
deramente por la gracia á una vida nueva; es
menester además de esto tomar todos los medios
necesarios para conservar esta nueva vida , preveer
y
evitar todo lo que puede hacerla perder
ú
d\jbi–
litarla. Una de las causas ordinarias de nuestras re–
caídas, es que co.ntamos mas de lo que conviene so–
bre nuestras resoluciones, sobre nuestro fervor, so–
bre nuestra disposicion presente. Semejante
á
aque–
llos que han estado enfermos de cuidado,
y
que
habiendo recobrado las primeras fuerzas
y
un nue–
vo vigor, cuentan tanto sobre su salud , que no
temen exponerse
á
los mayores riesgos de perderla;
ninguna reserva, ningun régimen de vida creen ne–
cesitar para conservar su robustéz .. Siguen en
todo
su apetito; cometen
mil
excesos; se exponen sin
ninguna precaucion
á
un ay1ffrio,
y
muchas veces
•
contagioso; se diria que estos tales piensan no ha..
ber de morir despues de taatos desatinos, porque
otras veces han estado enfermos de mas riesgo ; de
nada se privan; apechugan con todo,
y
así mue–
ren
á
la primera recaída, la que han acelerado por
sus indiscreciones
y
su imp_r,,udencia. HJced ahora
la aplicacion, pues la analogía
no
puede ser mas
perfeéta. ¿De dónde vienen tantas reca ídas despues
de
las
aantas fiestas de
Pasqua?
de ntiestra
falsa
F
2
,.
se-
•