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¡

DEVOTOS.

estos dichosos tnomentos

á

su

mesa , para formar

ó

DE

PEN-rE–

para apretar los nudos que nos unen con él. Eché-

cósT.Es

.

monos la culpa

á

nosotros mismos, si no experi-

mentamos aquellos efe8os del Espíricu Santo , que

se manifestaron

y

se hicieron tan sensibles , en los

que

oían con santas disposiciones el razonamiento

del Apóstol San Pedro. Ya estaban convertidos

á

su

fe

aún antes que fuesen bautizados. Su

fe

viva

y

pura los hacía ya fieles. Todavía no habian recibi-

do el bautismo de agua ,

y

ya habían recibido

los

efo8:os del bautismo de amor y de deseo ' por

la

santa disposicion en que se hallaban sus corazones

en aquel dichoso congreso. Nosotros hemos recibi-

do el bautismo de agua ,

y

tenemos

la

dicha de ser

hijos de la Iglesia ; pero si nuestro corazon está

frío , si es de yelo para con Dios , si nuestra

fe

solo

es una

fe

enferma

y

amortiguada , si todavía nos

encontramos animados

y

llenos del espíritu del mun".'

do, ¿debemos pasmamos de que el Espíritu Santo

no

báxe sobre nosotros?

No

hay

donde ponerse.

Vaciemos nuestro corazon del espíritu del mundo

que le llena , de esos deseos terrenos que le ocu-

pan,

y

entonces el Espíritu Santo no dexará deba-

xar sobre nosotros , cómo baxó sobre ellos. Ahora

veo , decía San Pedro ,

que

para con

Dios

no hay

aceptacion de personas; quiere sincéramente la sal·

vacion de todos los hombres; pero no deben los

hombres hacerse indignos de la salvacion ,

ponien-

do obstáculos

á

la gracia

y

á

los Dones del Espíri-

tu Santo. Uno de los mas grandes obstáculos que

se

pueden poner á las saludables operaciones de es-

te

Divino Espíritu, es el espíritu del mundo. Don-

de