EXERCICIOS
DoMINGO
de la Ciudad ,
y
acudieron al ruido que habian
oí–
do , de suerte que el ·Cenáculo ,
ó
por mejor de–
cir , la casa fue rodeada bien presto de una mul–
titud casi infinita de gentes de todas Naciones.
Los Apóstoles, que solo buscaban cómo comuni·
car el divino fuego de que estaban abrasad0s sus
corazones , no aguardaron á que se les hiciese salir
de
su retíro, sino que se presentaron por sí mismos
delante de todo aquel pueblo ; no hubo quien no–
qued~se
sorprendido, al ver que unos pobr:es Pes–
cadores , que apenas sabian la lengua del país, hom–
bres idiotas, groseros
y
estúpidos, predicaban pá–
blicamente
á
Jesu-Christo coh una intrepidéz, una
eloqüencia
y
una uncion, que movian
á
todo el mun–
do ; pero fue mucho mayor el pasmo , quanqo to–
dos aquellos difete?Jtes pueblos, cada uno
de
un len•
guage enter-amente diverso, advirtieron que
_<.'ada
qual los entendía, aunque no hablasen sino una so–
la
lengua , que era la Siriaca. El don de lenguas,
que
recibieron entonces todos los que habian reci–
bido el Espíritu Santo, consistia en que podian en- .
tender
y
hablar las
~iferentes
lenguas
de
los pue–
blos con quienes debían tener trato
y
comercio ;
y
.lo que todavía era mas de admirar, es que ha–
blando una sola lengua, se
hadan
entender de to·
dos los diferentes pueblos que los oían ;
de
suerte
que cada uno creía que hablaban la lengua
de su
país , aunque no hablasen sino
la
Siriaca. Se obró
·pues , entonces
un
duplicado milagro con los
Apóstoles,
ya
porque hablaban la lt:ngua Griega,
Persiana , Romana , quando hablaban
á
un Griego,
á un
Persa
t
ó
á
un Romano en
particular;
y
ya
por..