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EXERCICIÓS

,Viernes

ro qué

no

tuvo q 'ue sufrir viendo

la

ingratitud-. con

.que los Judíos pagab:m los beneficios de su qoerido

Hijo,

y

sabiendo hasta qué grado llevaban su ódio

y

su envidia los Escribas

y

Fariséos? Sería necesario co–

nocer la perfeccion del éorazon de Maria , para

com~

prehender lo que padeció

a

vista de

lbs

tratamientos

~ue

le hadan .a

su

divino

Hijo.

·

PUNTO II.

C

Onsid~ra

lo

que

·la

Santisima ·Virgen padeció,

particufarmente durante la Pasion,

y

en la

Muerte del Salvador. Se ha mirado siempre como un

exceso

de

inhumanidad,

y

como el mas cruél

de

to–

dos los suplicios ·, obligar

a

los hijos

a

ser testigos

de

los tormentos que se han hecho sufrir

a

sus

padres,

y

estár presentes

a

su muerte. Comprehendamos,

pues, qué exceso de dolor ,

y

qué

afliccion tan modal

sería para la Santísima Vírgen el saber

la

indignidad,

los ultrages

y

la crueldad con que

el

Salvador· foe

llevado por Ja Ciudad de Jerusalén, el sacril go des–

precio con que fue tratado en casa de

los

Pdndfices,

en la de Pilatos , en la de Herodes ,

y

en todos aque–

llos impíos Tribunales. No la consideres simplemen–

te

padeciendo como la mas tierna de todas

las

Madres,

mírala como

a

una tierna Madre que sabe que

ese

Hijo

tan amable

a

quien trata con

la

mayor infa–

mia , es el unico

y

verdadero Dios.

~ando

lo vió

azotar,

~qué

golpe de azote caería sobre el

Hijo,

que no descargase sobre el corazon

y

el alma de la

Madre

~

No tenienaO '. ): á figura de hombre, lo ponen

a

la vista de aquel PuepJo, pará vér

si

u.n espelticulo

tan