D 1A X VI.
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,estimacion de los Cathólicos;
y
abrasandose en santo zelo
emeleó toda su autoridad' toda reputacion'
y
toda
sa~
. bidmía en destrnir el perverso contagio que manchaba la
pureza de la Fe Cathólica , previniendo á las Iglesi4s de Es ...
-paña con
el
antídoto oportuno.
, _
No satisfecho el ardor de su zelo con escribir varia-s
cartas
.i
lps Prelados Ortodoxos dei
Rey
no, llenas·de ·
aq.n~l
espíritu que animaba el suyo, envió
á
Roma á un Diá
4
cono, para que informase
á
SJn Leon el Grande,
á
la?~-
.zon Smno PontÍfice, de todos los :dal}os que oca?ionaba
en
España la heregía de Prisciliano;
y
conociendo
aqu~l
..insigne Papa el valor , virtud,
y
ci.encia de Toribio, le
respondió con una carta llena de gracias, en la que ade
4
más de elogiar su laudable zelo por la verdad de la Fe Ca..
-ihó~ica,
y
la solicitud de
SLl
oficio pastoral, le remitió
L~f1a
. instruccion completa contra los errores de Prisciliano) distri·
. buidos en diez
y
seis capítulos ;
y
le dió facultad para
qt\e
. en·
Espaila se execmase lo que tenia prevenido á los
Obi~
4
~_ pos
de Tarragona Gartagena, Galicia,
y
Portngal, en ór–
-den
á
la celebrad
n
eLe un Concilio Nacional para sepnlqr
, aquella _peste ; previniéndole que á lo menos
se
congrega-
se en
L1
Provincia
e
Gal'cia, Ínterin se le propordopa·
ba la asambleü nacional que deseaba para remedio de tan
·.enorme llaga.
Apénas recibió
T01~ibio
t'ln· honrosa comision, pnso en
execucio~1
_los mandatos. del Papa , é hizo .que se
cel~bra~ %éri ,·várids
Conéilios
e~1
los confin'es· de· Españ·a,
~ aond~_
se
~ é~ndenáron
los s:1crílegos
dog~11as
de los Priscilianistas,
-y
se abrazó la doctrina del Beatísimo Leon , como Cathó–
lica ,
y
dimanada de la suprema Cabeza de la Iglesia, _de–
'. biéndose además de estb
á
su infatigable zelo la publica-
. cion de severísin1as leyes imperia:les contra los misq1os He.-.
··reges,
y
contra los An-i:mos , cuyo temor convirtió no
~'
pocos de ellos al conocimiento de la verdld.
A todo este zelo ,
y
eminente virtud con que brilla–
ba nuestro Santo, dió mucho realce el don de milagros,
con que quiso Dios recomendar la santidld de su siervo,
memorable entre otros el que obró luego que ascendió
á
Mm
z
la