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D I A XIII.

2 2

S

Pero él era Dios ,

y

nosotros sómos criaturas flacas y mi–

serables. (Parécete que has dicho algo! Pues esta reflex1on

debe dar mayor eficacia á su exemplo. Si un Dios padece

por n1is pecados , ¿podré negarme yo á hacer penitencia por

ellos? Si un Dios vivió en el n1undo una vida obscura y aba–

tida

~

¿será razon que yo pretenda lograrla honrada, lustrosa

llena de estimacion , y brillantd Si un Dios perdonó

á

lo~

que le quitaban la vida en un afrentoso madero ,

~no perdo~

naré yo á los que 1ne bacen una

injuria~

Si un Dios creyó

que le convenia padecer para entrar en su propria gloria, .

a

querré yo vivir delicado ' regalado, divertido , para gozar

despues de la misma gloria ,

y

entrar tn la alegría del Se–

ñod Siéntese bien ,

á

pesar de la engañosa resistencia ·del

atnor proprio , la invencible fuerza de tan soberano exem–

plo.

¡O

gran Dios! ¡y qué de cosas dice la vista de un Dios

crucificado, especiahnente

á

un hmnbre que le mira

á

la

ho~

ra de la n1uerte! ¡qué vivas, aunque u)udas reprehensiones!

¡quántos quedarán confi ,ndidos á vista oe este divino objeto!

¡Qué razon podrá opo

e

,

q

pretexto podra alegar

el

amor proprio, quando sew halle reconvenido con

el

exem..

plo

de un

Dios crucificado!

PUNTO SEGUNDO.

Considera , que no es solo

el

exemplo de un Dios

crucificado , y abatido

el

que se te propone para arreglar

tus costumbres ; porque este n1odelo quizá podría pare–

cer n1uy elevado

i

los Christianos cobardes.

A

la vista se

te presentan un montan de otros exemplos, que ni pue–

des recusar , ni te hacen tnénos inexcusable.

Pon los ojos de la consideracion en ese prodigioso nt1-

mero ae Christilnos fervorosos , y perfectos de todas cla–

ses , de todas edades , de todos estados,

d~

todas condi–

liones , de todos tiempos , que desempeñáron con tanta

puntualidad sus obligaciones, y cumpliéron con tanto ze–

lo

la

voluntad del Señor. Ninguno hay , que no sea una

reprehension animada de tu tibieza en el servicio de Dios:

ninguno hay, que no

d_esvane~fca

tus excusas ,

y

tus

frí-

~

vo-