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(
4
ABRIL.
ha
dilatado por todo el Universo
con edificadon ,
y
aun
con asombro del mundo, floreciendo
de~pues
de mas
de
seiscientos años con todo el primhivo rigor que
se
ad–
Iniró
en su misma cuna ,
y
perpetuando en
el
01be Chris–
tiano el fer_vor, la soledad,
y
el
reti1·o de los Anacoretas
n1as antiguos.
Pocos días ántes havia tenido Hugo
un
mysterioso
sne-
.ño, en el qual se le representaron siete resplandecientes
estrellas , que , desprendidas del Cielo ,
iban como
á
es-–
conderse en un desierto espantoso de su n1is.ma Diócesis,
llamado la Cartuj·a. Acordándose del sueño , recibió
á
Bruno ,
y
á sus compañeros con amor ,
y
con re _peto:
y
entendiendo de eHos, que solo buscaban nna soledad re-
-tirada , y escondida , que pudiese servirles
de
asilo contFa
la
corrnpcion del mundo , desde luego les señaló ,
y
l-es
donó el desierto de la Cartuja
á
cinco leguas de
Grenob~e.
Edificóles
i
sn
costa la Capilla,
y
ras Celdas para
s.u
ha–
bitacion ;
y
declarándose desde entónces su protector,
y
su
padre , poco tiempo des pues pasó
á
ser con1o el
111e–
nor de sus compañeros.
ContentísimD de tener ya dentro de su Obispado
lo
que havia ido
á
buscar en el desierto de l.a Casa de Dios,
se
retiraba
á
la
Cartuja todo el tiempo
que
le dexaban
libre las indispensables. funciones de su 1\-iinisterio
Episco~
pal.
Viviendo entre los nuevos Angeles del desie1 to, Jos
re:;tituia
con
usuras los exemplos de mortificacion, y
de
hun1ildad que recibia de ellos : solo -le distingui :m de
los
demás los excesos de su fervor : echaba mano de
los.
ofi–
cios tnas viles ,
y
mas baxos ; era el primero en el Coro,
y
acompañab:t las penitencias con oracion casi continua.
En
Gr~noble
vivia con1o
en
la Cartuja. Era perpetuo
sn
ayuno ; casi todos. los dias predicaba
¿l
su pueblo: no
le conocian
por
otro nombre
que
por el
de
Padre de
Jos
pobres
~
qniso vender
sus
cavallos para socorrerlos , resuel–
to á vi:-itar á
pie
su Obispado , aunque lleno de as.ped...
simas montañas. Velaba
con
extremada sevetid<1d sob1e to–
dos st1s sentidos.
En
mas de cincuenta años de Obispo nunca
1niró
el rostro
á
n1Jger alguna.
A