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IO

ABRIL.

za de una vocacion

legítima~ ~Se

aspira

á

este sacrosan–

to estado , formidable

á

los n1ismos Angeles , consul–

tando

únicam~nte

la voluntad del

Señor~

2Quántos hon1-

bres terre?tres ·,

y

n1ateriales no consultan mas que á la

carne ,

y

sangre~ ~

Qnántas veces

la

voz de los padres ,

y

de los parientes levanta n1as .el grito ; que la voz de Dios?

Si

los hijos no tienen vocacion,

~qué

in1porta? Los pa–

dres la tienen por ellos. Si no tienen talentos , ¿qué

hu–

porta~

Las rentas de un beneficio pingüe lo suplen todo.

¡Y despues nos admirarén1os de que Dios se n1nestre tan

irritado , de que haga tan visibles los efectos de ·su cólera!

¡

Extrañarén1os , que destruya los mas ricos patrimonios,

que aniquile las casas n1as opulentas!

Al verdadero Sacer–

dote

(dice San Clen1ente Alexandrino ,

lib.

6.)

no s'C le

tiene por Santo porque sea Sacerdote; ántes se le bizo Sacer–

dote porque se

le tuvo · por Santo.

ltnportante leccion para

aquellos , que atienden mas

á

las rentas , que

á

la eleva–

da santidad del n1inisterio.

Es~ogió

Dios por Ministros suyos

á

hon1bres flacos ,

y

llenos de 1nisedas , para que sepan con1padecerse de los

tni–

serables

~

y

de los ignorantes:

Qui condolere posit iis

,

qui

ignorant

&

errant., quoniam

&

ipse circumdatus est injir–

mitate.

¡Lastimoso error , hacer ostentacion

de

una

seve–

ridad desdeñosa,

y

arrogante! Una de las principales n1ó.xi–

n1as de la secta Pharisiyca era la inexorable ,

y

afectada

severidad con los pecadores. Murmuraban de Christo aque–

llos ..finísimos hypócriras por la snaviJad ,

y

por la indul–

genCia con que los trataba : censuraban las piadosas indus–

trias de que se valia el Salvador para ganarlos ,

y

para con..

vertidos : chocábales , dábales en rostro

Sld

divina con1pla–

c~ncia

i

y

le hadan causa de lo que debieran hacer pane–

gyrico.

Es

cierto, que una blandura excesiva , una suavi–

dad fuera de sazon , una indulgencia

ti

mida ,

y

coba1 de

puede ser tan perniciosa con o un rigor desc01n¡ asado. Pa–

ra curar las llagas es menester n1ezclar

el

aceytc con

d

vi–

no. No obstante . , los Santos , que fué¡;on n1as rigurosos

consigo n1ismos , fu¿ron por lo con1un los mas blandos,

y

benignos para los de1nas. Pero al contrario , pocos Doc-

to-