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11

o

A

B R 1 L.

so conocer quál es este camino , porque des·pues de · lo

qne dixo Christo , no es fácil equivocarle. Camino ancho,

camino

nlLiY

trillado , doctrina halagüeña , n1oral rehxado,

nunca fuérort

el

ca111Ínb de la salvacion. Los Sántos cierta–

lnente fuéron por otro nuty diverso. Esas entradas 1:an flo·

ridas , esas 1lanuns

t:m

amenas engañán á la n1Lichedmn–

bre ;

~

pero. adónde conducen al

fin~

Quando se tnarcha

en

compañía por unas llanadas fértiles , frondosas ; y

ri–

sueñas ,' los árboles deleytan ,

el

murmullo de las

ag ~tJS

em–

belesa., la gustosa conversacioti de los caminantes divierte.

¿Pero es puro

el .

ayre . de esas campiñas? ¿Se va con pre–

cauf ion contra

el

ambierite contagioso, que reyna en

ellas~

~Y

será el Cielo el .término de

L111

camino

1

que

á cada pa–

so

se

desvía de

él

1nas ;

y

mas~

El

camino~

qüe guia

á

la perdiciones ancho,

y

esp:ído–

so. Finge el

systema de conciencia , que se

te an tojJ–

re ; tarja· el moral n1as acomodado , que te pateciere : és–

te

es

ei

odculo. IndnlgétKia

univer~al

en favor de las pa-

~ siones

; interpretaciones de

la

Ley excesivamente benignas;

libertad de

COl. dlllOÚ ,

Y

del et1tendimiénto , que tanto de–

bilita la Religion , extinguiendo casi fa

Fé ;

licencioso

des~

órden de costumb ·es , pern"ciosas n1áxin1as del nittndo,

que proscriben to

o

lo que pone á raya los sentidos, to–

do lo que los refrena

~

reyoo del amor propdo , donde

está cá·.1tivo el espíritu del Evangelio ,

y

donde triunfan

la

profanidad, las pasiones ,

y

el placer :

~por

ventura te–

neis por término la felicidad

eterna~

.

1

O

mi

Dios ;

y

qué extravagancia la de caminar con

tanto descaro ; cot1 tanta serenid.1d por un camino , que

condace iófaliblemente al precipicio!

¡Qué

locLlra seguir

una

doctrina,

que

reprobó el mis1no

Jesu~Chri s to!

¡Qué

error governarse pot Ltnas niaximas tan conrrari.1s

á

la

Religion! Est:1 es

la

conducta de los qtte , tyranizados

de

su concüpiscentia; no tienen otra regla , que

el

antojo

(.

de sus deseos. El can1inb ancho ;

que·

gub

á

la perdicion,

es esá vida ociosa, regalm1a,

y

delicada : es esa vida mun–

dana, sac;:rificáda

a

las divei'si'ories ,

y

á los gustos. El ca–

Inino áncho es ese tnoral relaxado) qne pretende ensan-

char