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. DI A V.
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Fecit enim mirabilia in vita sua.
¡
O con quánta razon
reputa el sabio por una especie de pródigio , que se vea
un hombre rico , y al mismo tiempo inocente! Son las
riquezas, segun la expresion del Salvador , unas espinas
que no solo punzan , sino que hieren , y taladran. Con
todo eso , hablando en rigor , no son las riquezas en sí
mismas , sino el abuso de ellas • el que las hace servir de
estorvo á la salvacion.
_
¿Uegó uno
á
ser rico
~
pues ya no es la religion la
que regla , ni su\ dictámenes , ni sus acciones. El puesto
que ocupa,
el
empleo que compró, los bienes que po–
see , son la regla, y la medida de sus deseos , de sus pen–
samientos, y se puede añadir que aun de las n1as esencia–
les obligaciones de la religion.
~Logró
el otro hacer papel en
el
mundo , ascender
á
un empleo que le distingue de los demás? casi nunca cede
esta distincion en favor de la piedad.
¿V
na fortuna no es–
perada , una rica herencia , un negociado feliz sacó á aquel
del polvo en que se
allaba? pues á dos dias olvidó ya
su primera condiciqn ,
~y
qué medios no aplica para ol–
vidarla? Bien se puede decir, que sienapre que hace for–
tuna la persona , la hace tambien
el
amor proprio. Raras
veces se separan de la prosperidad el orgLtllo, la delicadeza,
y
el placer. ¿Quién no dirá que
el
dia de hoy el regalo,
la indevocion,
y
la ociosidad son pruebas legítimas de no–
bleza? Lo que no se puede negar es , qne ellas como que
caracterizan,
y
d_istinguen
á.
los ricos de los que no lo son.
Quien viere la mayor parte de las personas acomodadas,
y
de grandes conveniencias, juzgará que la opulencia , y la
profanidad son tÍtulos legítimos para ser poco Christianos;
pero tambien lo serán para nó salvarse. ¡O buen Dios! ¡qué
maravilla tan rara es encontrar
á
un hombre sin mancha
entre la prosperidad, y la abundancia!
Beatus vir, qui in–
ventu est sine macula..•• quis est hic,
&
laudabimus eum?
fecit enim mirabilia.
El