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A B R 1 L.

siste en sus tesoros , sino en sus virtudes. Siendo las ri–

quezas un don de

h

liberalidad del Señor , es de admirar

haga la virtud tan pocos progresos entre los ricos, quan-

.do ningnnos debieran ser 1nas virtuosos á título de agra–

decidos. Por eso debiera siempre triunfar la virtud en medio

de la

abundanci~.

Lógranse con ella 1nas tnedios para santi–

ficarse: <pues por qué los ricos no deberán ser n1as santos?

En n1edio de eso sucede casi sien1pre todo lo

contrario~

Los 111as poderosos, los que viven con tnayores conve–

niencias en el n1undo , no suelen s€r los n1as santos , ni

aun los mejores Christianos. La opulencia los pone á cu–

bierto contra las n1iserias de la vida ; 2pero los exirne aca–

so de las n1aximas del Evangelio? 2Porque tengan n1as bie–

nes que los otros, adquieren derecho para tener n1énos

piedad , y tnénos religion ?

.

.

Alborótase, escandalízase el alma al oir semejante pto·

posicion; ¿pero no hay sobrados motivos para

hacerla~

Una desortienada licencia de costun1bres, una disolucion

desenfr~nada

d oo azon , y de espíritu , una conducta no

solo poco christiana, sino punto n1énos que hupia, co1no

la que se observa en la n1ayor parte de los que se llan1an

dichosos en el tnurtdo ; no da bastante derecho para pre–

guntar , si la gente de distincion , si los hombres ricos

gozan algun privilegio que· los dispense en la severidad de

la Ley . Evangélica; ó si la diversidad de condiciones su–

pone alguna diferencia de tnandamientos en la Ley Santa

de Dios, respecto de aquellos que profesan ·una n1is1na

· Religion

?

Pero , á 1nénos que se

ignoren los prin1eros

principios del Christianismo,

~se

podrá dudar que esta Ley

es ünivel'sal?

hay lUaS que un Evangelio: luego no

puede haver 1nas que ' una doctrina: y ciertamente, si está

doctrina admitiera algun lenitivo, alguna dispensacion, pa–

rece no debiera ser en favor de los ricos. Con1o su lnis–

ma condicion los expone á n1ayores obstáculos para con- '

seguir la salvacion, parece que . ella misma los está inlpo–

niendo la indispensable necesidad de añadir

á

la observan–

da de los Manda1nientos la práctica de la mayor parte

de los conseJos.

Fe-