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del

Señor Arzob

ispo y

el e los

jue~es :

y sellado

el cajml,

le pusf)

S. Ilma. sobre el

alt.ar

mayor.. Entonóse luego el

Te D eum

/audamus,

con m

us1ca

y repique d e campanas en accion de

gracias;

y

al ver el Señor Arzobi

'º'

el numeroso concurso

~ue

.no cabía en

l~

I glesia, den a)nando muchas lagri!nas, dij o:

..1s1

honra

D ios a un

pob1·e mulato

que

supo servirle

y

amar/6

"de corazon."

Consid<-r aria entonces S, lllma. la vanicla<l del

nacimiento, de las ri quezas y honores mundanos,

y

comparan–

do la muerte de los potentados soberbios con

la <le Fr. Mar–

tin; el total olvido ó

la excecrable memoria que se hace de

aquellos clespnes que fall ecieron,

y

el plausible recuerdo de

este, pronumpió su corazon en esas espresiones que humill a–

ban

á

los concurrentes 01·gullosos, y exaltaban al Siervo del

Señor. Acabada esta solemnid ad, se retiró el Scüor Arzo–

bispo,

y

acompañaron h asta la puerta <lB

'1a

r

glesia,

á

la Comu–

nidad cle1 Rosario, los jueces, cabildo, uobleza y pueblo. To–

maron luego el cajoa el P rnlado y maestros •d el com·ento;

mas 110 le llevaron estos

á

la I glesia

del

R osario, sino al-

9nnos seiiores del cabildo y otros personajes respetables,

qae qnisiei·on ho·nrarse llevando sobre sus hombros el cajon

que con tenia

las informaciones; por lo que 1os relijiosos les

cedieron su derecho. H abiendo -entrado

a

la Iglesia, se puso

el cajon sobre el al tar may or, p ara ofrecer

a

Dios las viitu–

cles de su ama11 te Siervo; despues sobre el altar

~

la Vi1:j1:n

San tisima, cantandole sn antífona, y lo mismo en el del Pa–

triarca Santo Domingo.

Repitiose en ese dia el mismo regocijo que h ubo por

la llegada de l Rótulo.

Se repicaron las campanas en tocias

las Iglesiasj mnsi ca armoniosa resonaba en las calles por don –

de pasaba la procesion; -el suelo estaba cubi.e1•to de flores,

Y

!JI

aire aromatizado con esq uisitos olores.. Llegada la

'!º-

•·c11e, se iluminó toda la ciudad; hubo tamb1en fuegos art1fi–

" ciales, sah·a

ele

artill eri a, y la notoria santi dad <le F ray l\Iar·

· tin avivaba los a1•clien.tes deseos que

tenian todos de Yerk

· cuanto antes numerado en el catálogo de los santos.

. . ,

· P ero como los juicios de Dios son inescrntables, pern11t10

que embarcnsen las informaciones de Fray Martin

Y

la~ ~e

l<'ray Juan J\fasias, en un buque que babia de padecer tnsh–

simo naufra:¡io, lo que retardó mucho el ex;amen

.el~! j,~~~

ceso.

P ero sabienclose en Roma esa desgraCla, esp1d1o

.

el

l~ap a

Inocencio XII para que con sn autoridad .se c?pia,.

ft6ll

los orijinales que estaban en Lima. As1 se hizo,

~ l~