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hilo. Sin du<la -el tubo nQ tenia asas para que no-si! escur.rleso

adentro, pues casualmente se introdujo, habiendose roto el

hilo que lo contenía. Llamó varios profesores, y <liciendole

estos que su mal no tenia remedio, clamó

á

Fray Martín,

aplicandose una estampa suya á la parte afecta, por cuya ex–

traordinaria virtud, no solo tuvo la <licha de que le saliese el

tubo por si mismo, sino tambien d e sanar perfectamente de

su inveterada dolencia con admiracion de todos, y especial–

mente de 10s médicos. Así lo declararon diez testigos.

6.°

Aplicándose igualmente una estampa de Fray Martín-,

sanó eH el momento Da. Juana Centellas, de un agudísimo do–

lor ele costado, habiendola desahuciado los médicos qL1e la

m edicinaban, como lo afirmaron siete testigos.

7".

Cu ando se preparaba el paramento para sepultar

á

ll11

niño de dos años, llamado José Taboada, que ajuicio de sus

a sistentes, había fallecido de una fiebre maligna insuperable á

todas las medicinas, pidió su familia al Siervo de Dios Fray

Martín que lo r esucitase, y al instante se levantó 'el niño de la

cama enteramente bueno. Por cin.::o

testigos consta este

prodijio.

~j~

8.º

En los momentos de

a~onizar

D. José ele los R eyes,

por un agudísimo dolor d e costado, le hi cieron pasar un poco

de tierra del sepulcro de Fray Martin, implorando su auxilio,

y

sanó prontamente, cuya milagrosa sanidad aseguraron cinco

testigos.

9.º

Semej ante beneficio logró Da. J nana del Prado, cuando

e staba agonizando de d olor de costado, ;nediante una estam–

pa de Fray Martín, cuyo auxili o imploró devotamente. Se

comprobó el suceso por seis testigos.

10.

H

abiendosele reten

ido la orina

á

Da. Maria Caballero'

Falcon, y

entumecídos

e.le el vientre, tomó t ierra del sepulcro

d e Fray Martin,

y a

l instante d escargandose la vejiga del li'–

quido detenido, quedó buena. Consta por cinco testigos.

11.

Estando gravemente enfermo de fiebre maligna, un

niño de seis años, llamado Francisco Hemiji o Rivera, llegó

al es.tremo de

q~edar

casi muerto, con los ojos cerrados,

y

si11

sensible pulsac10n de las arterias. Se invocó al auxilio de

Fray

Martin,

é

inmediatamente abrió los oj os, d esapareció la

fi ebre,

y

se le vió sano con admiracion de ct1antos le habían

visto en tan deplorable estado. Asi lo juraron tres testigo:..

12.

Llegó al estremo de la vi da

Da.

Antonia de L amos,

c.onsHmida de una fi ebre hectica y

ya

con la diarrea col icua,,.

t~l'a,

que

en esa cnferm_edad es

d

lii.ntoma

preci:irsor de pro·