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te,
y
vió con admiracion, que l"ray Jl,farlin le estaba u111cb.ncl0
la túnica, h abíendolo dejado en ·el aposento anterior, sin que
oste Lu,•iese otra puerta, y sin que el relijioso le hubiese visto
sal ir, lo que
1¡0
p nclo verifi carse sino h aciendo uso el Siervo
<le Dios cl"e su ajilírlad é ínv isibilirlacl, p uesto quP. los clo' cuar–
tos, esta\lo,n conti guos, y el con:pai'1ero h abía salido p rimero,
dejando en él
á
Fray D iego
y a Fray
Martín .
P ocos h echos eslraordinari os se leen en las Yidas ele los
santos tan auloTizado como los Dotes de bienavenluraclo q ne
se admiraron en el B eató Martín P arres. Considerese qne
J e casi todos- fucrnu testigos una comunicad de tresc ientos re –
lijiosos p or dilatado tien1po, y que se repitieron much as veces
.Yª
á
l~
vista del mayor número, ya
á
c"da uno en parti cular.
No pqclieron en ga i1 arse los e11formos necesitarlos ele su aux i–
lio, q\1e en alla noC;h e le llamaron ó solo con el d eseo, ó tam–
bien con la palabra, y que f ueron socorridos por el Siervo de.
Dios, estando las puertas cerradas, llevando consigo los uten.
silios
y
medicin as que 1,e pedían los pacientes; ni tampoco os
creíble que
padeci~sen
ilusion cuantos le ,-icron muchas ve–
ces elevado mus de cuatro varas de la tierra.
iQn.3 mara>illa
l~
de los novicios que huyeron al pueblo del Cercado!
iLa
del que b abia convenido co n sn padre en d!)j ar los H ab itos pa·
ra ser tesorero!
¡La del h olandes moribunclo en el hospital,
sin h aber sidó bantizado'
iQ né portento el de entrar con
las puertas cerrad as p a ra socorrer al moribundó F ray Die–
go
fodraoo, caido en el "uelo, porq ne los r61ijiosos ,-cladores
se h abian dorn¡ido
á
pierna
uelta!
¿Como podrá. dudarse
del priv,ilejio que gozaba de h acerse in" isible c\cspues de co–
m ul gar, h abiel)dose hech o reiteradas pniebas p ara asegurarse
c;le esta m,aravilla, y const:rndo por loe.las
ella~
su realic.lnd'I
Y
c11anto m as no deb e crecer nuestra admiracion, al considerar
qut> asi como no solo penetraba los cuerpos solidos,
ino tam–
bieu h acia que lo
penetrasen las sabanas, camisa, brasero
y
ciernas utensilio ¿¡ue llevaba para socorrer á lo · enfermos ne–
ce itados P.n alta noche; del mismo modo e lrncia invi. ible
y
hacia igualmcu tr
á
otrns, como sucedió cuando por b11ber
tomado lu ,npari<'ncia de colchon,
y
h aciendo oor su "irtud,
que la
t
mnseu dos criminale perseguidos poc la ju ticia, que
cntrnron
Íl
u celda implorando u prnleccion, no pudieron
conoc rlo ni el juez, ui
u~
ministros, porque solo veian
u
ello
lres col hones!
.
l~t>flexionese
qne el don de pPnelrar los dcs<'OS de otras
per onas,
y
sns acciones re.pnmsibles, so cstendia hasta las