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l1al::ia perdido por su culpa. De este modo, la verdad conserva
humillado el entendimiento en los pecadores que conocen su
criminal miseria y desean verse libres de ella, y en los justos
que reprimen sus pasiones. Y como en estos la humildad no
solo deprime el orgullo del entendimieuto, sino tambien some–
te
el
corazon; el primer efecto que produce en el alma, es la
eompasiou de sí misma, la tristeza, el dolor y confnsion, medi–
tando lo que ha sido, lo que es
y
lo que puede ser. Pero la
vista de "Jesucristo cFucificado modera los sentimientos de esa
amarga consideracion, por la confianza que inspira al alma
contrita
y
humillada; y porque cuanto mas se penetra de su
propio demérito, tanto mas es abismada en el piélago inmen–
so de la infinita misericordia. Allí crece su amor al que sien–
do Dios se hizo hombre,
y
murió porque le amase;
y
allí ese
divino ainor se difunde hacia los prójimos, compadeciéndDse
de sus miserias,
y
deseal)dO remediarlas.
·
Cuando el alma, á pesar de estos sentimientos, no reposa
en la persuasion de que está justificada, porque, no obstante
toda certidumbre moral, puede ser objeto de ódio,
y
no de
amor;
y
porque
á
la luz de la verdad sabe que aun el mas
justo 'debe justificarse mas; la humildad de corazon que le
abrió el camiuo de la justicia, ,Pªra que, siendo· por la culpa
original ó tambien por las personales, esclava del demonio,
fuese deliciosa mausion de la Santísima Trinidad; ella misma
es quien la excita, acompaña
y
sostiene hasta el término de
su dichosa carrera. La hace conocer que su mudanza es obra
del Excelso:
y
que, si por tan grande beneficio se ha glorifica–
do su misericordia, ella debe hacer que por su. profunda hu–
millacion, se glorifique su justicia. Procura desde entónces
ofrecer continuamente al Eterno Padre, la Víctima divina in–
molada en el Calvario
y
en nuestros altareo, .en satisfaccion de
sus deudas,
y
une sus pequeños sacrificios con el de Jesus, pa–
ra que le sean meritorios: vé
á
las criaturas racionales
y
á
las
irracionales que le sirven
y
consuelan, como.ministros de la
divina clemencia; de su justicia
á
las que la afligen
·y
atormen–
tan; y todas la excitan
á
bendecir
y
alabar
á
Dios, porque se
digna tender una benigna mirada sobre tan despreciable cria–
tura. Crece su humillaciou, cuantas veces sieute la rebelion de
. su naturaleza contra la ley grabada en su espíritu, como efecto
de su criminal origen,
y
de sus pasadas iugratitudes: gime,
porque no puede librarse de ese cuerpo de muerte
y
de peca–
do;
y
confesando ,que es mucho mas delincuente
á
los ojos de
Dios que
á
los suyos, le pide perdon ·de los pecados ecultos,
y
de cuantos habrian cometido otrns personas por su causa.