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dcl hiena venturado, que por estas se había hecho digno émufo
de
los merecimientos de Ja primera Rosa limefia, y
<le
las gra–
cias con que la mano liberal del Todopoderoso la había enri–
quecido? Y
¿á
quién encomendar con esperanzas de mejor éxi–
to el desempeño de tan delicado encargo, siuo al sábio y pia–
doso autor del
Salterio Peruano?
En efecto, nadie podía ofrecer
garantías mas seguras, que el señor doctor don José Manuel
Valdez,
á
quien su vasta literatura y recomendables virtudes,
habian colocado,
á
pesar de las preocupaciones de nuestra edu–
cacion, entre los 'sábi_os de la Universidad de San Marcos, enco–
mendándole Ja direccion de varias cátedras, y últimamente lll
de Prima de Medicina
y,
con ella, el proto-medicato general;
Je habían hecho acreedor á la estimaciou
y
aprecio no solo del
l'erú, sí tambien de toda la América; y le habiau merecido elo–
gieis de muchos sábios de la Europa. Roguéle, pues, tomase
á
su cargo esta obra, y, no obstante su avanzada edad, y multi–
plicadas atenciones de su ministerio, ofreciómc dedicarse a su
composicion; y ha escrito Ja que pres·enta á US. pidiéndole
el
correspondiente permiso para la impresion.
Pero señor ¿US. remite á mi censura la obra de un sabio?
¿Han de sujetarse a mi pobre juicio las producciones litera
rias del doctor Valdez?
Y
¿he de .dar mi dictamen, despues de
haber emi!ido el suyo, con
el
tino propio de sus talentos dis–
tinguidos, el señor doctor don lllanuel Antonio Urismendi? Mas
US. lo manda,
y
es necesario obedecer.
·
En cumplimiento del decreto, fecha
4
de Octubre, he leido
con la .mayor escrupulosidad la obra titulada
Vida del Bienaven–
turado Martin de Porres,
procu.rando separar de mi alma todas
las ideas de respeto
y
adhesiou que profeso á la persona del au–
tor, y cuanto ha sido mayor mi empeüo en leerla con medita–
ciou, tanto mas grandes han sido los motivos que he encontra–
do, no digo para aprobarla, sino para llenarla de encomios. Ella
no está escrita para entretener la curiosidad de los que desean
saber la historia del bienaventurado Martín, ni parn admirnr
estérilmente los prodigios de la gracia obrados en su escogida
alma; sí para excitar a los fieles
á
la imitaciou, dándoles uu su–
mario de doctrina de Teología mística y moral, en el que se han
reunido lo mas só!ido
y
hermoso
de
cuanto eu estos dos ramos
de la sabiduría cristiana han enseliado los Santos Padres
v
Teó–
logos de la mejor nota . Sobre todo, eu la parte que trata de
la~
virtudes y gracias
gratis datas,
manifiesta su sábio autor el
buen gusto con que ha adornado su espil'itu al estudiar esta
ciencia elevada, sin olvidar la de su profesion. Exenta la obrn
<le los
cxtrav!os
cousiguicutes
ú
una
dcvociou supersticiosa,