f
2,1·6 .
EL
HOMBRE
deracion sielnpre deberénl05
evit4A;
quanto nos apartáre de
ella;
COr}10
no se . trata en este Discurso ,. sino
,de lo que segun el uso C01TIUn de
este depravado
Inun.doestá . esta–
blecido,
y
de
cónlo se
deban
en-
o
telld~r
estos establccinJientos, sol
:se
refiere lo que puede Inirar.
á
este
fin " dexando
~a
verdadera
in~eligen
cia de lo que
la
sunlision
á
las leyes,
y
consejos divinos nos enseña en
.toda
la
lTIayO! fuerza, que ' debe te–
n.er,
y
alabando,
y
adnlirando
los
.que . con 111aS perfeccion lOs siguie- '
rene Debajo de cuyos .supuestos-pa–
Saré1110S
á.
decir, que por lo que
toca
á
lo
hUlnano nos puede servir
de
regla general, que el 'caballo
de
lnenos fuerza es el que tiene lnayo–
r es ll1alicias,
y
corcobéa 111as ;
y
que
de la 111isllla 111anera -es señal
de
fla–
queza
de
~ni1110
en el h0L11bre ,
y
se
interpl·era .á desconfianza .interior
,de
.
,
s