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I
GtORIA
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á
pasos de gigante.
Cl'~cía
al avanzar, y avan–
r.aba tanto, . 'que al llegar junto
á
la muerta
tocaba el cielo con su cabeza. PasÓ sin verla,
y.
entrando en el mar, éorrió por encima de él.
Se
deslizaba como una nube.
En
sus brazos ·
Heva,ba' un pequefio
sér,
un nifio, cuyos _ojos
brillaban como ,astros negros sobre la-claridad
del día. Gloria vió aquel precioso rostro infan–
til, tan lindo,
q~e
el Nifio Jesús, comparado
~Oll
él, era feo,
y
al verle su, corazón 'se partió
en dos. Observó la hermosa visión y cómo alp–
jándose
disJ;Di~uía.
El padre miraba 'siempre
haci~
\adelante, el nifio hacia atrás. Resbala–
ban sobre las
agu~s
•.. .
Gloria' dió un grito, hizo un esfuerzo supre–
mo, uno ·-de esos esfuerzos del alma que son
ca,paces de tornar
á
inf~lndir
la vida en la car–
ne abandonada; ' l'ompió sus ligaduras, levan–
tó
aq1,1ella enorme mole de tierra que tenia eo–
c'ma,
y
si tuviera por cenotafio la pirámide de
Cheops la levantara lo mismo; se incorporó,
se
puso en pie, corrió...
Francisca soíl.aba
también,
m-as sofiaba co–
eas placentel'as,
á
saber: que había venido
su
hermano de-América, trayendo mucho dinero.
Ambos eran ricos
y
felices.
Y
al compás
de
esta deleotación
de su
espíritu, roncaba
el
cuerpo
con estrépito. Pero
después tuvo
UDa
J
..
;