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sar, yo no sé qué
sen~ir
delante de usted ... Si.
le amo, ..
~e
parece que debo aborrecerle; si
le,
aborreico, me parece que .debo'·
amarle. 'Usted
es
para
.mi
como demonio' disfrazadb
de
santol-
, ó como un, ángel éon ' traje de Lucifer... No sé
- -nada, no sé nada, Sr. Morton.
» .
. Oallai·on ambos. Grave y\ cejijunto; doble
~
mente hOl'l'ible por su fealdad ' natural
y
la
ex~
presiÓn de recelo que habia en su· seIt1blante,
',Cairás/ contempI-aba
á
Daniel - desde "regular
r
distancia,
~entado,
los brazos
en
.crllz,,la
C8..r
,'" . beza
ligera.~ente
.Í1:Ícl!D,ada, atónita la ,vista
y ,
"
,alg'<?
"siniestr~.
Jamás se , había ' presentado
á
Una
conciencia problema
sem~jante,
y
aquel
: hom·bre
ru~o vi~·
desa.rrollarse
e~
su espíritu.
todo el
panoram~
in'menso de los pl'obleD?8s'
religio"sos~ sintié.ndo~e '
turbado
y
atorm~entado
por elloS" de una maneta confu'sa, indefinida.
Vió que' en
~u
interior
s~
elevaban fantasmas,
,y .6yÓ
eS'as ater,radoras preguntas ,que en lo
intimo del espiritu
son'
formuladas
por
miste..
riosos labios
y
que rara vez rec-iben contesta–
, ción. Otro hombre de inteÚgenci. más culti-
vada' habría sacado de la meditacióQ. de
aque-
lla
noche'
álguna
ide~ cla~.a,
Ó
negaci6n terrible
quizás, algo
absoluto aunque fuera
lo
absolu–
tamente negro del
ateísmo; pero
Caifás no sacÓ
· nada, ni
luz
completa
ni
tiniebla.s,
sino
con-
l '