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"EL CHIHUACO EN EL FOLKLORE"

El Chihuaco en la Superstición

A).-Una vez había un velorio. Estaban varias

ceras encendidas al rededor del cadáver. Los deudos

estaban preocupados en la habitación contigua, se–

parada por un pequeño patio, cuando de pronto sin·

tieron un pequeño ruidq, especie ae picotazos en

la

puerta. Lejos de impresionarse por el extraño

ruido

que parecía de ultratumba, salieron los deudos a di·

rigirse en forma apresurada al lugar del velorio. El

candelabro que estaba al pié del

cadáver se había

volteado y estaba quemándose ya, el

borde de

la

mortaja. El toque era el anuncio del alma que

lla·

maba para que no ·se achicharrara. En la

m~drugada

del día siguiente encontraron debajo de la banca del

patio de la casa un mallhua chihuaco, es decir a un

chihuaco tierno que no quería irse no obstante que

trataron de espantarlo.

Una viejita antigua, cocinera de la casa

refirió

con asombro: •mamay, anothe te ha ailuncir do el

chihuaquito; porque su alma de la abuelita no quiere

dejarnos. Está aquí. Es que el

chihuaco va delante

del aLma que muere».

Años más tarde en la misma casa murió una tía,

Dos dias después de la muerte se presentó en el patio

de la casa un chibuaco. V entonces dijeron «el alma

de la tía sigue en esta casa, no quiere dejarnos....»

(Recogido en

jauja).

B).-En el pueblo de P.achascucho, distrito de

Acolla, una vez hubo corrida de toros·. Un poco ma·

reado entró al ruedo para capear con su saco, el pis·

tón Tomás Fierro, desprendiéndose así de sus com·

pañeros que componían la banda de cachimbos que

amenizaba la fiesta. Sufrió una embestida del cornú·

peto al extremo que

!o despanzó, enrollándose

las

tripas en las astas. Así murió el pistón Fierro.

Es costumbre en estos casos, es decir cuando

alguien muere en el asta del toro,-·enterrar sobre es·

-TRECE-