JUEG08 F:Y.QRALES
dill.atlo besahn sus finas mnuos, contemplando ol
fnego vivísimo de
~ns lir~Jos
ojos
vt~laclos
por creH–
pas pestnñas
y
asp irando el a!ieuto perfumado de
su boca,
ro~'\'lola
eou Ít:\rvieutes lágrimas, q.tHl ttllll–
ca le olvitlara, porque él ama La como se ama en !a
vida,
um1
ve.z uo
m~
... ; con ese amor iudefinible, <'e
léstial
y
algn muudat:o tamLien,
y
qn~
fnrma el
encttnto de los
primero~
nñns de la jnvent.ucl, para
no coufnndirse con uadR,
porqu~
tampoco
Sfl
a~e ·
meja.
á
lHHla,
y
qne ilumnm el al111a como luz con–
solaJorá-, eu noche de tempestari, al
viajt~ro
perdiclo
entre br-eñales. El
espo~:.o
<Jientlido refre11ó sus
ímpetus de cólera, al ver aqnel grupo eucantadot·
formado por
la
juventud y el n.mot·. Talvez renació
en sn memoria, aquel momeuto, el recuerdo gmto
de sus ,·erdes años, haciéndole co!npreutler su se–
nectud
y
su impotencia actttal.
Qni~.á
por esto,
y
pot· la poca edad de los dos amantes, calificó
aquel desliz de su esposa como una simple niñada.
Pero, como esposo ofenclido, no podía permitir im–
punemente, la repeticion de aqnella eseena, )' con
el pretexto de ha\}e\' nn viaje de rect·eo, atTnncó
á
lr,. jóveu de los bra:ws de su nmante.
Vicenta encontr·ó sn tnrnLa, en viva, en nn
monastet·io de Arequipa.
El desconsuelo de Jnan fué incomparable
y,
en nua hermosa composición quíchua, dio
á
la com–
pañera de su alma éste sentido
&Chhecachu, urpilay,
Ripusac niuqui,
Carn llacctata
Manan cuticñat